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Tepito, bravura cotidiana del DF pa’l mundo

De Tepito existen dos versiones: una que alude a la vida delincuencial y a la violencia e inseguridad que se vive en el barrio, y aquella en la que se relatan experiencias romantizadas que enarbolan la peculiaridad cultural tepiteña. En ambos casos se está en lo correcto, ya que es justamente esa combinación entre marginalidad e identidad barrial la que hace de Tepito un mito vivo en la ciudad de México.

Y es que este barrio asentado en la parte norte del centro capitalino, en la colonia Morelos, cuyos orígenes se remontan a 1305, ha sido un poco de todo: burgo indígena, ropero de los pobres, cuna de boxeadores, laboratorio de experimentos antropológicos, espacio de movimientos culturales y tianguis de fayuca y piratería.

Sin duda alguna, Tepito ha estado ligado a la pobreza y la marginalidad desde sus orígenes, pero también a la bravura con que sus habitantes han defendido la particularidad de su cultura, de la cual deriva una historia de resistencia llena de vericuetos.

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La cicatriz

El 13 de agosto de 1521 Cuauhtémoc, el último tlatoani azteca, fue capturado por los españoles. En el lugar en donde sucedió este hecho histórico, ubicado en el cruce de las calles Tenochtitlan y Constancia, en pleno corazón del barrio de Tepito, se encuentra una placa que dice: “Tequipeuhcan, lugar donde comenzó la esclavitud”. En ese punto, todos los 13 de agosto, habitantes de Tepito rememoran la aprehensión.

 

El ropero de los pobres

Ante el espíritu aspiracionista que se vivió durante el porfiriato, en 1901, por decisión del ayuntamiento de la ciudad de México, los ayateros de la ciudad fueron reubicados en el barrio de Tepito. Ahí comenzó la tradición del baratillo, una especie de trueque entre los ayateros, que consistía en cambiar ropa por piezas de lozas o cristalería. Dicha práctica sobrevive hasta nuestros días.

 

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(Photo: ciudadmonstrvo)

El barrio incómodo de la ciudad

En la década de los sesenta la vida de una familia tepiteña, plasmada por el antropólogo neoyorkino Oscar Lewis en su novela Los hijos de Sánchez, protagonizó uno de los escándalos librescos más sonados.

Las revelaciones hechas en el libro hirieron gravemente las buenas conciencias de la sociedad mexicana, que quedaron estupefactas al descubrir las condiciones en las que se desarrollaban las vidas de las familias del barrio de Tepito.

La indignación llegó a tal grado que la Sociedad de Geografía y Estadística inició un juicio en contra del libro y sus responsables y el presidente en turno, Díaz Ordaz, giró la orden de decomisar los libros bajo el argumento de que “insultaban al pueble mexicano”.

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Arte Acá

Luego del 68 un grupo de jóvenes talentosos, en su mayoría originarios de Tepito, conformaron un movimiento cultural denominado Arte Acá que, bajo la consigna del arte comunitario, se apropió de las calles y las historias de su barrio y las llevó al extrarradio.

De este movimiento destacan los nombres del pintor Daniel Manrique y el escritor Armando Ramírez, quienes junto a otros emprendieron proyectos culturales que abarcaron desde la pinta de murales hasta la puesta en escena de obras escritas y escenificadas por los tepiteños.

Si bien Arte Acá produjo ruido dentro del campo cultural mexicano, lo cierto es que sus integrantes fueron marginados por una cultura elitista, que redujo su quehacer artístico a una curiosidad de la cultura popular.

 

La versión mexicana del sueño americano

Durante la época dorada del box, Tepito fue semillero de los mejores boxeadores. Varias fueron las historias de tepiteños que salieron de la pobreza gracias a las oportunidades que este deporte les brindó por lo que, durante mucho tiempo, el box representó un sueño de grandeza entre los jóvenes del barrio.

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El tránsito de la fayuca a la piratería

En Tepito, las transformaciones impuestas por las dinámicas económicas mundiales de los últimos 50 años han producido la adaptación de las prácticas comerciales que se desarrollan en el barrio.

Dos son los casos que ejemplifican claramente este hecho: el primero tuvo lugar durante el periodo presidencial de Luis Echeverría, cuando la política de proteccionismo económico aplicada en México impidió la entrada legal de mercancía del extranjero, situación que fue aprovechado por los tepiteños que se enredaron en el negocio de la fayuca; el segundo surgió como respuesta a la apertura comercial derivada de la firma del TLC, que acabó con el poder de los fayuqueros y dio origen a la piratería.


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