Cuando la ciudad de México era poco más que aquello que hoy llamamos “Centro Histórico” y el resto se debatía entre la urbanización incipiente y el abastecimiento de una urbe que despuntaba, Santa María la Ribera se convirtió en la primera colonia fuera del primer cuadro a instancias de la inmobiliaria Flores Hermanos, que a mediados del siglo XIX fragmentó la Hacienda de la Teja para comercializar los terrenos resultantes.
El nombre del barrio obedece a dos razones: por un lado, a Santa María La Redonda, la iglesia homónima que a su vez tomó la denominación de la concatedral en La Rioja, España; por otro, al Río Consulado, uno de los afluentes que cruzaban la capital y a cuyo lado surgió la colonia.
Por el momento histórico del fraccionamiento —entre la época de la Reforma, las intervenciones francesa y estadounidense, los albores del Porfiriato—, Santa María la Ribera surgió con ciertas ambiciones europeizantes, con un trazado que si bien seguía el de la ciudad, por otro lado miraba hacia las prácticas urbanas de París (sobre todo).
Actualmente la colonia se ha beneficiado de numerosas obras de remodelación, en especial la de su emblemático Kiosco Morisco (diseñado por José Ramón Ibarrola para ser el Pabellón de México en la Exposición Universal de 1884-1885), situado al centro de la alameda de la colonia Santa María la Ribera y a cuyo alrededor los cafés, restaurantes y la vía pública remozada hacen posible uno de los paseos más entrañables de la ciudad de México.
A continuación, compartimos algunos de los atractivos más importantes del barrio.
Casa de los Mascarones: Uno de los mejores ejemplos de la arquitectura barroca de la ciudad de México, particularmente del estilo churrigueresco. Desde la década de 1930, el edificio ha sido utilizado por la Universidad Nacional de México con distintos fines, destacando su uso como sede de la Facultad de Filosofía y Letras. Su nombre se debe a los mascarones (“cara disforme o fantástica que se usa como adorno en ciertas obras de arquitectura”) que coronan las columnas de la entrada.
Templo de la Sagrada Familia: Sobre la calle Santa María La Ribera, esta iglesia de estilo neobizantino y neogótico (una combinación inesperada que le otorga buena parte de su singularidad) data de 1906, año en que fue inaugurada, en pleno auge del afrancesamiento de la capital.
Alameda de Santa María la Ribera: Como mencionamos anteriormente, la alameda de Santa María la Ribera es en cierto modo el corazón de la colonia, el punto central en donde converge su vida pública y su dinámica de barrio que aún conserva. Pasear por el Kiosco Morisco, asistir a alguno de los talleres gratuitos que se brindan a su alrededor, comer un raspado o simplemente caminar por sus andadores es una de las buenas experiencias que ofrece la ciudad. Una recomendación: si quieres comer por la zona, el restaurante de cocina rusa Kolobok (Díaz Mirón 87, esq. Dr. Atl) y las Quesadillas Gigantes (Dr. Atl y Manuel Carpio 39) son dos opciones imperdibles.
Museo Universitario del Chopo: Actualmente el Museo del Chopo, administrado también por la UNAM, está dedicado al arte contemporáneo de México y a veces de otras latitudes. Pero por sí mismo es uno de los edificios más notables de la ciudad, el primero prefabricado que se armó en la capital y también el pionero del uso del fierro y el cristal como materiales de construcción y al mismo tiempo de ornamento.
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