¿Por qué DF?

Hoy vivo en el Distrito Federal y se presenta el momento de analizar las razones por las que estoy aquí/ahora en esta columna que es una especie de apología con mi visión de lo que significa esta ciudad para mí.

Somos afortunados los que hemos tenido la oportunidad de vivir o visitar diferentes ciudades del mundo; esto porque nos ayuda a ampliar nuestro entendimiento de que una diferente perspectiva es una diferente realidad. Al estar lejos de México, he aprendido a observar desde un ángulo más objetivo cuales son las cualidades que más valoro de nuestra ciudad, que son las mismas que me han regresado magnéticamente a vivir aquí.

La ciudad de México es particularmente seductora, no sólo por su diversidad cosmopolita sino por la infinidad de posibilidades y mundos que existen dentro de ella. Es importante reconocer que tal como las personas, la ciudad tiene su lado luminoso y su lado obscuro; pero desde mi punto de vista, son estos dos polos los que sus habitantes, consciente e inconscientemente, hemos aprendido a amar. El DF es mi casa porque no hay una ciudad que tenga una oferta tan rica y variada de estímulos sensoriales e intelectuales y realmente me fascina el hecho del desafío que representa el aprender a navegarla.

Hay un concepto que se ha publicado en diferentes medios internacionales llamado el “mexican moment”, que se refiere a la potencialidad de crecimiento económico de nuestro país. Pero a mí me gusta entenderlo como el afamado “american dream” que presumía Estados Unidos hace un par de décadas. Para mí, el “mexican dream” es la explosión de creatividad que está sucediendo continuamente en nuestra capital, la capacidad que tenemos los mexicanos de llevar nuestras propias ideas a la realidad, y esto sólo podría suceder en una ciudad que nos da la capacidad de soñarlas.

Cuando nos detenemos y nos tomamos unos momentos para observar toda la belleza que nos rodea en la ciudad de México, es cuando aprendemos a apreciarla. Existen todo tipo de opciones de entretenimiento y eventos culturales o artísticos que están sucediendo perennemente en el DF, tanto que conocer, tanto que aprender y tanto de qué extraer inspiración. Desde nuestra idiosincrasia, nuestra gastronomía, nuestra arquitectura y nuestro arte hasta los diferentes códigos sociales que hay en nuestra gente.

Por supuesto que estas palabras podrían pecar de optimistas, e incluso ingenuas. Las amplias diferencias sociales y los conflictos políticos con los que nos enfrentamos cotidianamente son claros ejemplos del lado negativo de vivir en una ciudad como esta. Pero simultáneamente, son estas diferencias y obstáculos en nuestra cultura lo que nos inspira y nos obliga a querer construir una mejor ciudad a los que siempre seguiremos creyendo en ella.

Me parece que vivimos en un tiempo en el que debemos adquirir una nueva narrativa de la ciudad de México. Al entender que todos habitamos y construimos esta ciudad, sólo nos queda enorgullecernos por lo que hay y nos inspira a crear lo que no hay. Existe un impulso que se puede percibir en la atmósfera de nuestra ciudad, y viene de la gente que está decidida a luchar por seguir co-creando este cosmos que llamamos DF. Creo que es justo ahora cuando debemos asumir este momento para dar el siguiente paso de nuestra evolución contemporánea como mexicanos, y cambiar nuestro discurso interno para tomar una responsabilidad personal y social de cuidar y transformar nuestra ciudad.


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