Figuras femeninas de la noche, de cuerpos exuberantes, miradas tiernas y sonrisas cautivadoras, que se contoneaban al ritmo de la música y que siempre estaban dispuestas, por una buena paga, a acurrucarse en las piernas de un hombre deseoso de vivir la fantasía de la seducción.
“Ficheras” fue el término con el que se nombró a aquellas míticas mujeres que, allá por las décadas de los cuarenta y cincuenta, se sentaban en las mesas de los hombres que llegaban a los cabarets en busca de una compañía agradable. La ardua labor de las mujeres consistía en seducir a los hombres y convencerlos de comprar tragos o en el mejor de los casos, botellas de champán, para así recibir una comisión por la venta, misma que se les entregaba en forma de fichas que posteriormente cambiaban por dinero.
Las historias desatadas por estas mujeres de cabaret dejaron de ser un mito resguardado por el misterio de la noche cuando, en el año de 1975, se produjo la primera sexy-comedia mexicana, Bellas de noche. Con esta película se inauguró el género cinematográfico conocido como cine de ficheras, caracterizado por la producción de filmes de muy bajo presupuesto y pobreza argumentativa, siempre sustentados en una historia de amor y enredos pasionales, con recurrentes semidesnudos femeninos, diálogos cómicos plagados de albures y escenas de arrumacos y manoseos al son de ritmos tropicales.
De entre la larga lista de películas prácticamente idénticas que, luego de Bellas de noche, atestaron las carteleras cinematográficas y abarrotaron las salas de cine, destacan: Noches de cabaret, Las cariñosas, Las vedettes, El día de los albañiles 1 y 2, La torta caliente, El sexo me divierte, El sexo me da risa, Las tentadoras, Muñecas de medianoche o La taquera picante.
La época dorada del cine de ficheras transcurrió a la par del periodo presidencial de López Portillo −de 1976 a 1982−, tiempo en el que el cine mexicano vivió una debacle derivada del ejercicio del nepotismo en todas sus facetas posibles: la inexperta hermana del entonces presidente, Margarita Portillo, nombrada directora de Radio, Televisión y Cinematografía, impulsó a la industria cinematográfica privada que, en un afán de lograr mayores ganancias, sólo produjo películas de baja calidad, cuya trama morbosa atraía al público y generaba muchas ganancias.
Asimismo, el género de cine de ficheras, el único que se cultivó en México durante casi 20 años, creó un monopolio cinematográfico que sirvió como una herramienta de censura casi imperceptible, que impidió la realización de películas de corte político y de crítica social.
Sin embargo, pese a que el cine de ficheras ha sido vituperado e incluso considerado una de las causas de la situación paupérrima en que se encuentra la industria cinematográfica mexicana, misma que con muchos esfuerzos se ha intentado superar, lo cierto es que éste género de bajísima calidad tuvo gran aceptación debido a que hizo posible, tanto en la pantalla grande como en la realidad, muchas de las fantasías arraigadas en la cultura mexicana:
La cenicienta de cabaret: Las mujeres que protagonizaron los filmes de ficheras, casi todas ellas empleadas de cabaret descubiertas en las noches de farra de los directores y productores, fueron también intérpretes de su propia historia de éxito inesperado, al lograr dejar la vida galante para unirse a las filas del glamouroso mundo del cine. Lyn May, Marcia Bell y Angélica Chain son algunas de ellas, de entre las que destaca el nombre de Sasha Montenegro, quién representó el sueño de las chicas del burdel, al contraer nupcias con el expresidente López Portillo.
El pobre diablo: Los actores principales de las películas de ficheras, Alfonso Zayas, Alberto Rojas “El caballo”, Andrés García, Jorge Rivero y Rafael Inclán, entre otros pocos, interpretaban siempre el mismo papel del hombre desdichado de clase media o baja que enfrentaba dificultosamente las adversidades de la vida, pero siempre lograba salir incólume de los grandes problemas casi sin esfuerzo, gracias a su astucia, simpatía o a ciertos golpes de suerte.
El galán de barrio: Resulta interesante que los personajes centrales de las historias de ficheras eran hombres de nulo atractivo físico o mental que, aunque no tenían nada que ofrecer, lograban enloquecer a las bellas mujeres de cuerpos despampanantes, debido a sus habilidades sexuales.
La falsa apertura: Los desnudos femeninos, el lenguaje vulgar cubierto por el doble sentido y las escenas eróticas nunca fueron censurados pese a su alto contenido sexual, aspecto que se presentó como un ejemplo de la apertura de la sociedad mexicana. Sin embargo, muchos denunciarían el hecho de que estas películas sólo reproducían y fomentaban una forma agresiva de la sexualidad, que tenía por víctimas a las mujeres.
Las ficheras, historias de mujeres de la noche, evidencia de los tejes y manejes de la política, fantasías de la cultura mexicana o ejemplos del ejercicio de la violencia sexual, todo cabe en 20 años de monopolio cinematográfico.
Leave a Reply