El DF, como muchas de las capitales del mundo (o bueno, quizá un poco más que la mayoría), puede parecer a primera vista una selva un tanto hostil, un entramado de vibras, identidades, bifurcaciones y otras variables que podrían dificultar tu visita a este lugar. Afortunadamente, existe una serie de mañas básicas que seguramente ayudarán a que tu estancia sea más grata o, en el peor de los casos, a sobrevivir.
1. Nunca olvides llevar una toalla (o un paragüas)
Aunque hayan vivido toda su vida aquí, los habitantes del DF siempre se ven tomados por sorpresa por los violentos virajes del clima, y ven la lluvia que cae de improviso en casi cualquier momento del año como una sorpresa inesperada. Aunque el día amanezca radiante, es probable que aparezcan nubarrones de un momento a otro (aunque si hemos de creer a los ingenieros ambientales, sólo los primeros cinco minutos son tóxicos, por la alta concentración de contaminantes en las nubes). Un pequeño paragüas o un impermeable de bolsillo son accesorios que nunca deben faltar en tus expediciones por la ciudad.
2. Si vas a viajar en metro, anticipa la compra de boletos
Al igual que el clima, las aglomeraciones humanas cambian muchas veces de improviso durante un día cualquiera. Si te desplazas en metro, encontrarás que algunas estaciones vacías durante el día se vuelven hormigueros humanos o colmenas durante las primeras horas de la noche. Para no retrasar de más tu trayecto, puedes aprovechar y comprar varios boletos a la vez para no tener que hacer largas filas.
3. Planea varias rutas de regreso si sales de noche
El DF es una ciudad en donde, en alguna parte, alguien está de fiesta. Pero una salida nocturna para bailar, una cena romántica o una fiesta local pueden ser el punto de partida de una odisea de regreso. Tomar taxi requiere de unas breves consideraciones antes de hacerlo: que la unidad cuente con placas autorizadas, que el tarjetón del chofer esté en un lugar visible, que lleven la luz del interior encendida y que la tarifa quede acorde a tu presupuesto. Aunque existen estacionamientos que cierran de madrugada, recuerda verificar la hora de cierre en tu boleto para no quedarte gritando afuera de una reja.
4. Seguridad y prevención
La ciudad es inimaginablemente grande: muy pocas personas podrían jactarse de haber caminado todas sus calles o, incluso, haber pasado por todas sus delegaciones. Como si fueran pequeños estados, cada delegación cuenta con jurisdicciones locales en caso de percances, y aunque existen zonas muy seguras, la inseguridad y la delincuencia son aspectos que amenazan a propios y extraños. Evita llevar más dinero y tarjetas de las estrictamente necesarias, así como llevar a la vista joyas o artículos ostentosos, incluso en lugares turísticos.
5. Hospedaje
El DF cuenta con hoteles, hostales y casas de huéspedes para todos los presupuestos. Si vienes por una temporada corta, probablemente sea mejor visitar páginas de inquilinos temporales; así puedes ahorrar parte de tu presupuesto de hospedaje en conocer más sitios, en lugar de quedarte en un aséptico Holiday Inn. Si no vienes por viaje de negocios procura los hostales del Centro Histórico, ubicados cerca de sitios de interés y con tarifas accesibles.
6. Los chilangos
Si estás leyendo esto probablemente sepas hablar español; pero no importa si vienes desde Australia o desde una ciudad en otra parte del país, hablar español chilango es un arte que se aprende luego de muchos años de práctica. Y es que los chilangos parece que siempre están hablando de dos cosas al mismo tiempo; los slangs y la jerga cambian según la hora del día, el grado de familiaridad de los hablantes y el sentido del humor. Parece que alguien siempre está a punto de contar un chiste. Por otra parte, el trato con vendedores o prestadores de servicios puede ser desoladoramente práctico y eficiente, y probablemente tendrás que llamar varias veces al encargado de una tienda o soportar que esté hablando por teléfono mientras te vende un mapa de la ciudad.
7. Las autoridades
Los automovilistas son aquellos habitantes del DF que más trato tienen con la policía. Las calles siempre son escenario del momento en que alguien que conduce rápido y tarde rumbo a su trabajo choca inadvertidamente con un taxista que se pasa una luz roja. Si eres tú quien va al volante, lleva siempre tu permiso de conducir (local, foráneo o internacional), pues las sanciones administrativas y económicas en materia de tránsito son legendarias, como legendario es el trato burocrático en la mayoría de las dependencias gubernamentales. Procura no promover la corrupción (porque encontrarás numerosas oportunidades para hacerlo).
8. Wifi gratis
Si no tienes un plan de datos internacional, no tienes que entrar a una cadena de cafés sobrevalorados para revisar el correo electrónico. Muchos pequeños locales, cafés, restaurantes e incluso fondas en las áreas turísticas cuentan con internet para sus consumidores, y en numerosos sitios públicos puedes navegar en redes abiertas. Con todo, no olvides revisar el punto 4 de esta guía, y mejor guarda tu teléfono celular y disfruta de la belleza de la ciudad.
9. Conocer la dirección no es suficiente
Existe esta maravillosa página llamada Google Maps. Si no la conoces o no sabes usarla, no esperes que un taxista escuche “Héroes del 57, número 425, tercer piso” y te lleve rápidamente. Además de que la dirección puede corresponder a colonias en puntos muy distantes de la ciudad, la ruta para llegar ahí presentará sus propios retos. Recuerda el punto 3, pues incluso los locales llegan a encontrarse en lugares donde nunca en su vida habían estado, por improvisar la salida o la llegada a zonas que no conocen. No temas preguntarle a los transeúntes (pero es sabido que los chilangos pueden darte rutas extrañísimas o francamente inventadas en lugar de admitir que, al igual que tú, nunca habían pasado por ese preciso lugar.)
10. Disfruta
El turismo en la ciudad de México no se limita a las guías de turistas; la verdadera ciudad debe vivirse a pie, caminando las calles y comiendo en los mercados, enfermándose del estómago y no teniendo ni idea de cómo regresar al hostal. No importa cuanta planeación realices ni cuantas precauciones tengas: el DF es un monstruo voluble pero amigable, con sus propios ritmos, que a veces toma decisiones por ti. Simplemente entrégate al flujo de la ciudad sin luchar contra ella y la pasarás muy bien, no importa si vienes por un par de días o a quedarte definitivamente.
Imagen: Eneas de Troya / flickr
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