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Son y rumba en su estado natural: Restaurant La Nueva Cuba

Imagina que caminas por una calle cercana al Ángel de Independencia e hipnóticamente te paras porque saboreas un aire de fiesta; no de borrachera, sino de alegría. Así se siente cuando pasas por La Nueva Cuba, cuando ves ese enorme salón colmado de mesas y personas de todas las edades recibiendo y regresando la energía de los grupos musicales en vivo.

Es un sitio muy bien iluminado y ventilado, con piso a cuadros y un aire de salón espacioso de cantina, que te viaja a la Habana. Nada ahí es individualista; se respira la colectividad. Nueve grupos de sones y rumbas cubanas tocan en el lugar, con un look parecido a los bohemios latinos del siglo pasado: con sus sombreros, camisas y sacos, los cantantes suelen ser señores mayores que cuando mueven el cuerpo te hacen seguirlos y sentir que también te mueves.

Su especialidad son los mariscos; también puedes tomar ricas sopas mexicanas, como la azteca. Está enclavado en una zona donde abundan los extranjeros y donde se siente el ambiente turístico, pero es quizá ese tipo de turismo del más puro, que viene sin conocer qué es o no lo que está de moda, y que transita la ciudad como con una brújula intuitiva sobre los rincones más sugerentes.

Es un sitio donde las pretensiones son ajenas; las personas charlan, se llenan de energía y muchas de ellas bailan. Es un gran clásico donde se transpira autenticidad por el amor a la fiesta y la vida. Los precios son muy accesibles, y venden muchos tipos de licores y preparados cubanos.

Río Tíber 91, col. Cuahutémoc.


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