Atrapada en una dimensión ubicada entre la vigilia y un sueño fantasmagórico recubierto de rojo celofán, Irene camina temerosa entre los pasillos del mercado de Sonora. Una voz en off le habla del espíritu, al parecer del suyo, que es prisionero del reposo y desea la libertad.
La historia de este cortometraje evoca el misticismo onírico de uno de los mercados más importantes de la ciudad de México que, desde su fundación en 1957, se ha caracterizado por ser heredero de una de las tradiciones prehispánicas más importantes: el uso ritual y medicinal de las plantas.
El mercado de Sonora, ubicado en el número 419 de la Av. Fray Servando Teresa de Mier, a unas cuadras de la estación del metro La Merced, produce fascinación entre propios y extraños, que acuden al lugar en busca de brujos o chamanes que les ayuden a resolver problemas amorosos, adivinen su futuro o curen enfermedades.
Son justamente las historias ligadas a la magia las que le han dado un lugar privilegiado al Sonora en el imaginario cartográfico de los citadinos. Sin embargo, más allá de las creencias, este lugar de aproximadamente 10,262 metros cuadrados de extensión cuenta con 404 locales en los que se ofrece, tanto al turista como a los nacionales, una gran variedad de productos y curiosidades típicas del país.
El mercado se divide en dos partes: la nave mayor, en la que se pueden encontrar artesanías, cerámicas y juguetes tradicionales y la nave menor, en la que están a la venta los productos esotéricos, imágenes de santos y plantas de uso medicinal y en donde se hallan, escondidos tras los locales, aquellos espacios destinados a las prácticas mágicas.
Al igual que en los tianguis prehispánicos, en el mercado de Sonora existe una zona destinada a la venta de animales domésticos o para la crianza, así como aves u otros animales exóticos, muchos de estos de carácter ilegal, por lo que los locatarios prohíben el uso de cámaras fotográficas y de video dentro del mercado.
Asimismo se pueden observar, a lo largo de los pasillos de la nave mayor, varios puestos en donde los maestros artesanos se concentran en la creación y venta de los famosos alebrijes: animales fantásticos o demonios coloridos hechos de cartón que, según cuenta la historia, son un concepto derivado de los sueños febriles de un artesano oriundo del barrio de la Merced, mismo en el que se encuentra enclavado este mercado.
Uno de los acontecimientos más importantes del Sonora sucede el 23 de septiembre de cada año, fecha en la que los locatarios festejan el aniversario del mercado, primero con una misa religiosa y después con una fiesta en la que se ofrece comida a los asistentes, se dan regalos y se hacen descuentos a los clientes.
Ha sido por su atmósfera mágica, las creencias que sostiene y la tradición que alberga, que en los últimos años el mercado de Sonora se ha convertido en un destino turístico que despierta curiosidad a nivel internacional, pues a través de la observación de los elementos prehispánicos, modernos y mágicos que se mezclan en este espacio, podemos entender el misticismo que sustenta el juego onírico de la cultura mexicana.
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