Guía Roji: recorrer el mapa a la velocidad del territorio

Sergio Loo (1982-2014) escribió un libro de poemas llamado Guía roji que, según Maricela Guerrero, invita “a encontrarse, perderse o desprenderse de una serie de identidades” para “poner en juego el espacio —la ciudad de México y sus áreas conurbadas”.

El juego formal de Loo toma como título el único libro indispensable para moverse por la ciudad de México (al menos antes de la existencia de Google Maps o el GPS móvil), la Guía Roji, un intento editorial por cartografiar año tras año los cambios que experimenta la ciudad de México. Fue fundada en 1928 por Joaquín Palacios Roji Lara, y a través del siglo se convirtió en la empresa cartográfica más reconocible del país, ofreciendo mapas y guías carreteras de cada rincón.

Sin embargo, los lectores más asiduos de la Guía Roji suelen ser los taxistas; los buenos taxistas, los que prefieren consultar su Guía Roji en vez de hacerle perder el tiempo al pasajero con rodeos inútiles.

Esto no debería parecer extraño: Craig Epplin ha escrito sobre la posibilidad de que la ciudad de México no sea sino el mapa de la ciudad de México cubierto por sí mismo. Echando mano del famoso cuento de Borges donde un gobernante desea el mapa más perfecto del Imperio, llevando a los cartógrafos al límite del absurdo, Epplin concibe la posibilidad de que la ciudad de México sea efectivamente un mapa en proporción 1:1.

La idea de recorrer el territorio con un mapa en la mano es contraria a la literaria y romántica idea del flâneur parisino, quien no busca encontrarse sino más bien perderse y, por qué no, desprenderse del caminante que ha sido, de una calle a otra. Pero a pesar de que es posible perderse deliciosamente en el DF, es poco probable que el flâneur llegue a recorrer el territorio completo de la ciudad, salvo ejercicios de traslado literario como el ensayo “Dos calles y una banqueta”, de Valeria Luiselli (incluido en el libro Papeles falsos), donde la velocidad de la bicicleta se revela óptima para recorrer rápidamente las calles de la colonia Roma o The interior circuit,de Francisco Goldman, una crónica emocional de lo que queda cada vez que la ciudad cambia y remueve sus entrañas, tomando como título uno de los ejes viales más grandes de la ciudad: el Circuito Interior.

La idea de un libro que sea, a su vez, un instructivo para vivir la ciudad, debe descomponerse en numerosas perspectivas: ese libro debería servir tanto al que nació en el DF como al que llega por primera vez, y debería orientar tanto al flâneur como al taxista. En ese sentido, tal vez la ciudad de México sea efectivamente una “Guía roji” de tamaño real: un mapa abierto que cuenta su historia, que en algunos casos la esconde o la opaca y en otros, nos invita a conocerla.


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