Miles de parejas jóvenes alrededor del mundo se han cuestionado sobre el hecho de que sus hijos crezcan en la ciudad. Muchas ciudades, incluidas capitales, se enfrentan a situaciones complejas en cuanto a la calidad del aire que se respira, la inseguridad, el exceso de tránsito vehicular y, en síntesis, la calidad de vida que el entorno ofrece –algo que, por cierto, se vuelve doblemente preocupante cuando se tienen hijos pequeños. Sin embargo, la enorme mayoría de fuentes de empleo y oportunidades laborales continúan estando en los centros urbanos.
Más allá de las condiciones de vida que puedas ofrecer a tus hijos viviendo en una ciudad, otro aspecto fundamental para su desarrollo es la posibilidad de que tengan contacto con la naturaleza. Por ejemplo, ¿sabías que, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Harvard, los niños que practican jardinería desarrollan mejor sus habilidades cognitivas y aptitudes mentales? Entonces parece evidente, por esta y otras múltiples razones que, si bien tus hijos se van criar en un entorno urbano, trates de proveerles oportunidades de estar en contacto con lo mejor de los otros entornos, la naturaleza.
A continuación una serie de recomendaciones para, a pesar de vivir en una ciudad, garantizar que tus hijos no pierdan contacto con las bondades de la natura:
Procura llevarlos con frecuencia a parques y otras áreas verdes (una buena opción en el DF son los viveros de Coyoacán y el Bosque de Tlalpán).
Si tienes un jardín, organiza actividades relacionadas con jardinería y cuidado de las plantas.
Enséñales a germinar semillas.
Si conoces algún huerto comunitario o espacio agrourbano, frecuéntalo con tus hijos (en la ciudad de México existen proyectos como el huerto La Romita).
Familiarízalos con el proceso de nacimiento y crecimiento de las plantas y con el ciclo de cultivo de los alimentos.
Procura, en la medida de tus posibilidades, llevarlos a sitios naturales fuera de la ciudad.
Enséñales los nombres de árboles y plantas que aparezcan en el camino (y primero apréndelos tú, si es que no los conoces).
Fomenta su conciencia de cuidado del medio ambiente y los recursos naturales.
Con estas medidas podrás acercar a tus niños a la noción del mundo natural, a los ciclos y particularidades de ese universo. Pero aquí no acaba tu labor ya que, si por diversas circunstancias ellos están creciendo en la ciudad, entonces ello también te compromete a realmente aprovechar lo que una urbe puede ofrecer para su desarrollo: la oferta cultural.
Paradójicamente, una forma de compensar las deficiencias urbanas respecto a la crianza de un hijo es precisamente aprovechar todas esas cualidades que una ciudad te ofrece y a las cuales no podrías acceder viviendo en un ambiente más natural. Lo anterior se traduce en que te comprometas a garantizarles una rica vida cultural, llámese teatro, cine, museos, monumentos históricos y actividades recreativas de corte tradicional, entre muchas otras.
Así que si te tomas la molestia de asegurar que tus hijos tengan con frecuencia un contacto con la naturaleza, y a la par les promueves el aprovechamiento de las bondades citadinas, entonces una infancia urbana puede ser sana, interesante y útil para su desarrollo.
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