Según las estimaciones más aceptadas, diariamente el metro de la ciudad de México transporta a más de 5 millones de personas; las cifras del metrobús son menores, pero aun así masivas (en total, sus líneas transportan a casi 1 millón de personas), y si a esto se añaden las otras formas de transporte público (microbús, trolebús, pesero, etc.), se descubre que en realidad la mayoría de la población se desplaza en medios que comparte.
Las cifras, por supuesto, son impresionantes, pero quizá más el hecho de que sea “diariamente”. ¿Por qué motivo? Porque a veces no lo parece. A veces no parece que personas que utilizan diariamente el transporte público no hayan desarrollado hábitos o prácticas para hacer dichos viajes mínimamente cómodos. Lo usual, por el contrario, es el egoísmo, el escaso sentido de la convivencia, el nulo pragmatismo.
A continuación compartimos algunos de esos hábitos que, lamentablemente, nos hacen casi odiar el transporte público de la ciudad de México, a veces a sus pasajeros y con cierta frecuencia a las autoridades que cobran un salario por, en teoría, ofrecernos el mejor servicio posible.
Los pasajeros que se recargan en los tubos
Amiga, amigo: sabemos que vienes muy cansado pero, por favor, resiste hasta que llegues a casa. Una espalda sobre un tubo equivale a 4 o 5 manos que pierden la posibilidad de sostenerse durante el trayecto.
El acoso sexual
No, no es un “arrimón” inocente ni mucho menos una práctica seductora efectiva. Es acoso sexual y es un delito.
La gente que come mientras viaja
Comer pescuecitos o gorditas dentro de un microbús es compartir con todos los pasajeros el delicado aroma de estas viandas. Por favor, evítalo.
Los que viajan con la mochila en la espalda
Otra muestra de descortesía: ¿no te das cuenta de que nos estorba tu mochila para recorrernos y caminar dentro del vagón o el pasillo del autobús?
Quienes no ceden el paso a la izquierda
Señoras, señores: por favor entiendan que esta es una metrópoli, que por lo regular todos tenemos prisa, que el tiempo en las grandes ciudades parece acortarse, que muchos vamos siempre en una carrera contra el reloj y, sobre todo, que a ustedes que viven con calma no les cuesta nada caminar por el lado derecho para dejar que otros corramos tan deprisa como nos lo permiten nuestras piernas. Gracias.
Los viajes con las ventanas cerradas
¿Por qué si tantos exploradores han alabado el clima privilegiado de la ciudad de México hay tantas personas que insisten en viajar con las ventanas cerradas? Esto no es Siberia, gente; por favor permitan que circule el aire fresco.
El salvajismo
Quizá los bueyes en matadero son más ordenados que los defeños en estación terminal. Sea Pantitlán o El Caminero, la lucha por un asiento libre haría palidecer a cualquier gladiador de la antigua Roma.
La obesidad
Al menos en la ciudad de México, la obesidad debería tratarse como un problema no de salud pública sino de espacio público.
La gente que corre para alcanzar un camión o tren del metro
“En la manera de asaltar un tranvía muy esperado se ve a la bestia humana en su repugnante plenitud”. Eso escribió Amado Nervo, quien hace casi un siglo se sorprendía de las personas que creen que ese autobús que pasó, ese tren cuyas puertas se cerraron en sus narices, era el último sobre este planeta.
Imagen: Atisbando el porvenir, Héctor García (Ciudad de México, 1958)
Los vagoneros con sonido integrado
Este es un país desigual y, además, en el DF tenemos una amplia tradición de ambulantaje, pero hay una gran diferencia entre la persona que ofrece una mercancía a gritos y el vagonero que recorre los trenes con un sistema completo de audio a cuestas.
Los conductores ebrios
¿Qué pasa con el metro, que esto es cada vez más recurrente?
La gente que se corta las uñas
Sí, sucede. Y sí, es repugnante.
La “televisión” del metrobús
¿De veras necesitamos ver el video más reciente de Belinda o una serie de bromas de cámara escondida? ¿A quién se le ocurrió la brillante idea de poner pantallas en el metrobús?
Los asientos reducidos
Está bien: en promedio, el mexicano no mide tanto como un sueco, pero tampoco somos tan reducidos como los chinos. Entonces, ¿por qué el espacio entre los asientos de ciertos micros es tan reducido e, incluso, los asientos mismos parecen diseñados para niños?
Los aferrados
Por favor, nunca hagas esto. No insultes tu inteligencia ni nos hagas quedar mal como especie.
Las personas que no ceden el asiento reservado
En el metro, el metrobús y el trolebús hay una indicación explícita para los asientos reservados a persona discapacitadas, ancianos y mujeres embarazadas o con un niño en brazos. Con todo hay pasajeros que, incluso con alguien así al frente, son incapaces de ceder el lugar. Fingen demencia o somnolencia o hacen gala de cinismo y, simplemente, continúan sentados a todas sus anchas. Por favor, cede el asiento a quien lo necesita. Y sí, mujeres, esto también aplica a ustedes: ser mujer no califica como discapacidad.
El aumento en el costo de boleto del metro
No hace falta tener una especialización en economía para darse cuenta de que el aumento reciente en el precio del boleto del metro fue injustificado y excesivo. En la campaña propagandística se nos prometió un metro como el de París y, claro, tenemos más o menos el mismo metro de siempre, distinto quizá en los muchos policías que ahora viajan y recorren los andenes cazando vendedores ambulantes. Excesivo porque con 50 pesos apenas alcanza para cubrir una semana con un viaje de ida y otro de vuelta. Ni pensar en picharle el pasaje a un compa.
Los que escuchan su música con el altavoz del celular
Paradójicamente, existe un invento ultraindividualista que, sin embargo, fomenta el bien común y la convivencia respetuosa: los audífonos. No lo desperdiciemos.
Que en el metro no haya lugar ni para la cortesía
Seamos sinceros: un “Gracias”, un “Con-per”, un “Disculpa, ¿vas a bajar?” son gestos simples que pueden hacer la diferencia entre un viaje tortuoso y otro que intenta ser amable en medio del apretujamiento y la masificación. Ser amables no nos cuesta nada y, a cambio, puede resultar en la recompensa invaluable de una chica linda que nos sonríe o un chico guapo que hace todo lo posible por dejarnos pasar.
Algunas imágenes las tomamos de la página paródica de Facebook Sistema de Transporte Colectivo.
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