Los salones de baile de la capital, también llamados cabarets, son un importante icono de la historia mexicana, específicamente de los años 30. Todo un convoy de rezagos de la época revolucionaria se respiran aún en los pocos salones que quedan en nuestra urbe. Y aunque las costumbres de la ciudad han cambiado abismalmente desde entonces, este tipo de lugares siguen pareciendo escena de película mexicana en sus años dorados, como si el tiempo nunca hubiera pasado ahí. Barba Azul es uno de los salones más surrealistas y probablemente de los más under de la ciudad, pues se encuentra posado hasta los confines de la calle de Bolivar, en la colonia Doctores. Gracias a su decoración un tanto psicodélica en tonos rojizos y azules, las esculturas voluptuosas de chicas desnudas y su gran pista de baile bicolor liderada por orquestas en vivo, este salón se ha vuelto últimamente el lugar que acoge a todos los aftereros que pretenden seguir la fiesta hasta el amanecer. Salsa, cumbia, son cubano y merengue, acompañados de un trago coloquial de brandy o de whisky como se preparan en una cantina mexa por excelencia.
De principio puede ser un poco difícil adaptarse al ambiente pues en este cabaret, en efecto, hay ficheras, mujeres que hacen uno de los trabajos más difíciles de la ciudad, dice la señora que atiende los sanitarios. Pero no hay de qué desconcertarse, la mayoría de jóvenes de colonias aledañas como la Roma llegan a eso de las 12 o 1 am para seguirse la fiesta e incluso te puedes encontrar con artistas o luchadores famosos como el Canek; este lugar ahora posee una diversidad bastante extraña pero al final, muy agradable. Las orquestas contratadas para cada fin de semana comienzan el baile a eso de las 10 pm, Rodrigo, el amable portero, nos dice que aparentemente el lugar cierra sus puertas a las 3 de la mañana, pero si aún hay clientes, se extiende a las 5 am.
Barba Azul, con 64 años de existencia también es emblema crucial de algunas cuantas películas nacionales e internacionales que se han filmado en sus aposentos (y a juzgar por su fascinante decoración, no es sorpresa). El primer piso que alberga los sanitarios posee un pasillo con fotografías que relatan un poco de historia del lugar: personalidades mexicanas, retratos de concursos antaños, uno que otro maniquí estrafalario y mucha, mucha fiesta. Al parecer también es un lugar que alberga en su mayoría a “parejitas”, en el transcurso de la noche puedes observar una especie de cortometraje amoroso, algunas veces graciosos, que involucran escenas de la secretaria y el jefe, el abuelo y la fichera o los novios que buscan algo nuevo qué probar. La gente que viene aquí una vez, difícilmente no regresa, el personal es bastante acogedor, los meseros muy serviciales y la atmósfera, más que un aferrafter de cantina se convierte en una buena historia qué contar.
Dirección: Gutiérrez Nájera 291, esquina con Bolivar, colonia Doctores, México DF
Precios: $40 en adelante
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