Pocas imágenes son más eficientes para transmitir vértigo que las que acumulan jóvenes alrededor del mundo, documentando su desafío a la muerte desde inabarcables alturas. Recorrer bordes de rascacielos, grúas de construcción o estructuras industriales, y registrar fotográficamente tu osadía, se ha convertido en una espeluznante moda.
Uniéndose alrededor del hashtag #rooftopping, decenas de usuarios presumen sus logros en Twitter, Flickr, 500 px e Instagram, e incluso ya podríamos hablar de una exuberante subcultura en torno a esta práctica. De hecho ya existen algunos usuarios que han alcanzado el estatus de celebridades espontáneas en las redes, gracias a las imágenes de rooftopping que comparten en sus perfiles.
Entre los más famosos rooftoppers están los rusos Vladim Mahkrov y Vitaly Raskalov, de quienes ya se podría decir que son profesional de esta práctica (pues incluso viajan alrededor del mundo para desafiar los mayores edificios del planeta). Entre otros “logros”, lograron la cima de la Torre de Shanghai, que mide más de 650 metros, y desde ahí capturaron una serie de escalofriantes fotografías.
La creciente popularidad del rooftopping ha desatado una alarma entre autoridades de diversas ciudades, ya que, sobra decirlo, se trata de una actividad muy peligrosa y durante la cual el menor descuido puede fácilmente terminar con la vida de sus practicantes.
Si bien hasta ahora no se sabe exactamente en dónde comenzó esta moda, aunque muchos aseguran que fueron adolescentes rusos, lo cierto es que con la viralización de los selfies, el rooftopping encontró un pretexto perfecto para contagiarse ya que difícilmente se lograrán selfies más espectaculares que estos. Sin embargo, antes de intentarlo sería bueno preguntarte si la experiencia, y mucho menos el selfie, valen el arriesgar tu vida. Para nosotros la respuesta es más que obvia, NO.
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