Hay mucha especulación alrededor de la figura de Parménides Garcia Saldaña, rebelde de la contracultura mexicana llamada “literatura de onda” en los años 60. Parménides era un anarquista ascético iluminado por el incendio social y las supersticiones en demasía de un país que para entonces se encontraba en una especie de criogenización de la libertad de expresión.
Un personaje como cualquier otro en la literatura americana de los beatniks, salvo que su atmósfera resultó aún más decadente a la de aquellos. Para muchos sus textos experimentales resultaban ser un estanque de ideas contrarias a las buenas costumbres de la ciudad, términos de la juventud mal hablados en las calles que destruía los esquemas literarios conocidos al menos en México. Un tipo con los tornillos flojos por su obsesiva ingesta de alcohol y drogas, quizás.
Poco de todo esto aunado a una ciudad que estaba justo en medio del salto a la “modernidad” de la globalización, fue precisamente el detonante que lo llevo al abismo de su locura.
Like A Rolling Stone
En la sintonía de novedosos sonidos que literalmente estaban volando las mentes de la juventud mexicana precoz (blues y rock n’ roll, principalmente), miles de migrantes de provincia comenzaron a asentarse en la capital del “sueño moderno”, una nueva realidad a la que terminaron por sumarse, arrastrados por las condiciones de necesidad en las que se veían obligados a formar parte de algo, lo que fuese.
No había un líder literario para los jóvenes, nadie se levantaba y asumía la responsabilidad de gritar una verdad con versos sublimes, como pasaba entonces con los beatniks en Norteamérica (aunque muy poco se sabía de ellos en la urbe mexicana). Y con el efecto imán que parecía tener la capital llegaría entonces el vocero de tal generación: Parménides, desde Orizaba, Veracruz.
The Rolling Stones (específicamente entre los años 1965 y 1967) fueron la premisa central para comprender al escritor; verbigracia, se pueden visualizar epígrafes con los títulos de canciones de la banda en la obra: El Rey Criollo. La influencia de la música “psicodélica” -específicamente de esta banda-, reina el trasfondo del escenario en su obra autobiográfica Pasto Verde, algunas veces como puntos clave de referencia que nos sirven como pequeños análisis importantes en el entendimiento de su carácter cuando escribió esta novela. En la Ruta de la Onda, uno de sus ensayos-manifiestos sobre la contracultura mexicana nos habla de un evento decisivo que dictó los ideales de la década de los 60, coronando por supuesto, a la banda emblema, The Rolling Stones como vórtice cataclísmico y desbordante de ideas. Parménides fue de los primeros periodistas musicales en México, e incluso se le acuña el termino hoyo funky, lugar donde se escuchaba rock y refugio de los inadaptados con tendencias psicodélicas.
Claro está que su especie de “literatura alternativa” que ofrecía a los jóvenes de la época llamaba la atención por su sentido radical, grotesco y para algunos, hasta vulgar, aunque totalmente auténtico. Era la época justa para decirlo, la época idónea para escribirlo e inmortalizarlo.
García Saldaña creció en la colonia Narvarte en un núcleo familiar con una visión coercitiva sobre cómo debía llevar su vida, puesto que gozaba de una posición económica solvente de la que debía responsabilizarse algún día. Estudió Economía y no pasó mucho tiempo para que su inquietud real abrasiva le desprendiera de ese mundo cúbico “amolda mentes” que empezaba a asfixiarlo y al mismo tiempo a despertarlo para buscar destinos alternativos; el lenguaje poético de la expresión, su verdadera vocación, las letras. Fue así que viajo a Louisiana para estudiar Letras Inglesas, hecho que terminaría por influir crucialmente en el curso de su vida y de la de todo un movimiento literario en su país.
Al llegar a Norteamérica se deslumbró totalmente de aquella cultura -sobre todo de la liberación Young que iba en ascenso-, y en especial, por un nivel de conciencia que retrataba a la libertad de pensamiento en su estado más puro: The Beat Generation. En su ensayo, Elegía por Jack Kerouac, Parménides nos escribe: No suponía de lo que trataba. Leía entonces literatura norteamericana, pero fresa: Hemingway, Faulkner, Salinger, Fitzgerald. No sabía de la existencia de la Beat Generation. Compré On the Road, editada en español por la editorial Losada. En parte, me identifiqué con el modo de vida de la novela y yo había querido vivir.
Claramente demostró que estaba preparado para conducirse hacia al desapego del nido familiar y sumergirse en su propia percepción de la filosofía del mundo real, con todo lo que esto conllevaría. La decadencia, el caos, el éxtasis; el conocimiento, la ira, la intoxicación.
En su regreso a la Ciudad de México se instaló en el la colonia Narvarte en casa, su “agujero” como lo hacía llamar, en donde formalmente y a nivel profesional, escribió incesantemente para dar a luz en 1968 a Pasto Verde, una novela por muchos desaprobada debido a su lenguaje de índole iconoclasta que abordaba tan naturalmente los tres clásicos axiomas de la vida de un subversivo moderno: Sexo, drogas y por supuesto rock n’ roll. Esto, inesperadamente, sería un parte aguas en la nueva literatura Mexicana, la cual hasta esos días había tenido connotaciones más clásicas y no irrumpían ningún planteamiento moral.
Con tal vehemencia siguió relatando el cambio generacional que se gestaba en todo el mundo, y a nivel local involucraba la marginación y decadencia social que en particular México vivía con respecto a la vida estudiantil. Con Elena Poniatowska tendría una relevante amistad, también con José Agustín y Gustavo Sainz quienes formarían su corriente de La Onda, a pesar de que nunca aceptaron formalmente dicho movimiento.
Al paso de la creciente ola de música e inmerso en una profunda adicción comenzó a desarrollar un pensamiento psicotrópico que le iría detonando un patrón de conducta fuera de sí conforme los años golpeaban su cabeza. Fue entonces que engendró El Rey Criollo, que además de su contexto musical ya mencionado, expone puntualmente y de manera casi milimétrica, el léxico mexicano, los modos y modas de la juventud underground, la que empezaba a sumergirse en la evolución material de la globalización con cierta mimetización a la cultura Americana, aquella que ofrecía libertinaje y no libertad, y a su vez una liberación aún más importante: la de prejuicios.
La locura al servicio de la autenticidad
La autenticidad es quizás la semántica clave que debemos comprender de Garcia Saldaña. Algunos analíticos de sus obras afirman que su autenticidad surgió a raíz de dos aspectos principales: su abierta reverencia por los artistas negros del blues y el hecho de que lograron -como los Dadaístas cuarenta años antes-, fusionar realidad y arte al punto que fuese prácticamente indistinguible uno del otro.
Sin embargo, su inestabilidad y su comportamiento lo llevaron a tener episodios violentos, a empezar su propia decadencia. En voz de su hermano quien cuenta que Parménides había perdido el control, hechos violentos lo llevaron a pisar la prisión y aun así, siguió escribiendo notas en periódicos así como un poemario llamado Mediodía y su ensayo La Ruta de La Onda, donde avistaba más claramente no encontrar lugar en esta sociedad, optando por perder la lucidez y brincar hacia la locura.
Literalmente loco, Parménides fue internado en clínicas de rehabilitación mental dejando en claro que no sólo había renunciado a la fama intelectual e incluso al dinero, sino también al brillo de su propia genialidad, a la lucidez y hasta la propia vida.
En septiembre de 1982 su cuerpo fue encontrado sin vida en la azotea de su departamento en Polanco. Su muerte la acuñan a un “pasón”, otras versiones aseguran que fue pulmonía (aunque claro está que en una sociedad que practicaba la pretensión, asegurar que el muerto joven de la familia había terminado su vida por causas naturales como la enfermedad, era mucho más fácil para la tranquilidad de las élites).
Nunca se supo cómo murió, la resonancia al respecto fue poca y sólo un par de notas en el periódico para el que trabajó avistaron el asunto. Así vivió y así murió, misántropo y solitario, alejado del “pensamiento de molde”. Quizás ahora esté fumando pasto verde junto con Jack Kerouac o bebiendo un buen trago con Bukowski, recitando poemas con Ginsberg, escuchando rock con Brian Jones: quizás siga perdido en la rebeldía del infierno de los creadores o en el paraíso de los iluminados. Parménides García Saldaña fue un espíritu musical atrapado en el cuerpo de un escritor que inmanentemente tocaba los acordes del espíritu de las letras, del realismo y la crónica contextual; nació para morir como un chavo de onda.
Leave a Reply