Hacer algo para conseguir los medios para vivir es quizá la máxima más democrática. Todos vamos haciendo lo que podemos para ganarnos la vida (con algunas excepciones, claro).
En una ciudad tan grande como el D.F., de al menos 9 millones de habitantes, las ocupaciones son como el gran abanico que le da vida a la ciudad, y aunque han descendido los milenarios oficios como los zapateros, vidrieros o marqueros, el comercio sigue siendo la mayor afluencia económica.
Un reciente recuento en diseños de estadísticas hecho por D4 nos revela dos curiosos datos. El primero tiene qué ver con los oficios más populares y el segundo con los más peculiares que se dan en la ciudad.
Como podrás intuir las ventas es el oficio más común, a este renglón se suman las personas que están en la informalidad y la formalidad del comercio; en el de el oficio más peculiar está el de directores de cine, teatro y afines. En la ciudad se consuman la mayor parte de las profesiones creativas. Como una contraparte por ejemplo, en Michoacán la ocupación más peculiar son los recolectores de recina.
Los datos fueron obtenidos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
En el resto de la República:
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