La figura madre, decía Margaret Mahler, es esta representación que integra lo bueno y lo malo de aquella persona que se encargó de cuidarnos durante los primeros años de vida. Es ella quien brinda una noción, más o menos constante, de lo que merecemos recibir y hacer, de los cuidados mínimos y básicos que requerimos, de adquirir la creencia de que somos capaces de realizar hasta lo imposible con constancia, pasión y disciplina (o esa es la idea).
En nosotros se queda esta marca de esta figura madre. Frases que seguramente, al escucharlas, nos viene a la mente la voz de nuestra figura madre diciéndolas. Frases como las siguientes:
“En esta casa se come lo que hay y en un horario establecido. Esto no es un restaurante.”
“Y si tus amigos se tiran de un puente, ¿tú también lo vas a hacer?”
“No me importa lo que hagan tus amigos, me importa lo que hagas tú.”
“Estas no son horas de llegar a casa.”
“Guárdate esas lágrimas cuando yo me muera.”
“Como te ves, me vi; como me ves, te verás.”
“En esta casa se hace lo que yo digo y punto.”
“Tápate que te vas a enfermar.”
“Te lo digo por tu bien.”
“Esto me duele más a mí que a ti.”
“Cuídate que estás ganando unos kilitos de más.”
“¿Y tú crees que yo nací ayer? Mientras tú vas, yo ya fui y vine varias veces.”
“Y como aquí tienen a la sirviente que les hace todo…”
“Eres candil de la calle y oscuridad en tu casa.”
“Te voy a quitar ese tatuaje con lija para que se te quiten las ganas de ponerte otro.”
“Usted no se manda solo. Cuando trabaje y se mantenga, hablamos.”
“Te lo dije…”
“¡Te aplacas o te aplaco!”
“Esos platos no se van a lavar solos.”
“¿Qué vas a hacer el día que me muera?”
“Pero quién te manda…”
“¿Qué hice para merecer esto…?”
“Porque lo digo yo que soy tu madre y punto.”
“Si lo busco y lo encuentro, ¿qué te hago?”
“¿Crees que estoy pintada o qué?”
“¿Qué te mandas solo o qué?
“Soy tu madre y me tienes que respetar.”
“Las gallinas de abajo nunca ensucian a las de arriba.”
“Vuélveme a voltear los ojos y te los enderezo con un chingadazo.”
“Síguete haciendo el chistosito…”
“Pero algún día tendrás hijos y dirás ‘cuánta razón tenía mi mamá’”
“Uno como quiera pero las criaturas…”
“¿Cuántas veces te he dicho que no pises cuando estoy trapeando?”
“Síguele así y te regalo al ropavejero (o señor de la basura)”
“¿Y cómo se dice?”
“Anda, lúcete.”
“Síguele y verás.”
“No te levantas de la mesa hasta que te lo acabes.”
“Me tenías con el Jesús en la boca.”
“¿Por qué me haces esto a mí?”
“¡Eres igualito a tu padre!”
“Es por tu bien.”
Fotografía principal: Lavillabebé
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