El cruce está ubicado en la intersección donde se encuentran la Avenida Juárez, la calle Madero y el Eje Central, es el escenario para un fascinante ritual urbano que se registra diariamente en la ciudad de México: cada hora cruzan por aquí 9,000 personas y 1,200 automóviles, lo que permite que se geste una danza que raya entre el caos y el híper orden.
Recién Pablo de Llano publicó en el diario El País un crónica precisamente sobre este punto, al cual llamó, con evidente razón: “uno de los cruces más intensos de América Latina”. Y es que basta dedicar unos minutos a observar esta intersección para dimensionar algunas de las principales características de la capital mexicana: su gran densidad demográfica, su vitalidad, su colorido y diversidad.
Lo cierto es que más allá de las simples estadísticas, nada como colocarte ahí un viernes en la tarde y experimentar lo que se siente estar esperando a cruzar la calle y, de pronto, en cuanto el semáforo lo indica, observar una masa humana caminando hacia ti, y otra acompañándote, hasta fundirse por unos instantes y luego seguir sus respectivos caminos.
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