“La historia de México es la del hombre que busca su filiación, su origen. Sucesivamente afrancesado, hispanista, indigenista, ‘pocho’, cruza la historia como un cometa de jade, que de vez en cuando relampaguea. En su excéntrica carrera ¿qué persigue?” — Octavio Paz.
A excepción de Freud, Nabokov, Quignard y las personas que sufren Amusia, todos alguna vez nos hemos considerado amantes de la música. Tal vez sea su grandiosa capacidad de exudar dopamina, o que en ciertas ocasiones funge como un brebaje maravilloso para combatir la ansiedad, el dolor y el estrés. La música es una especie de catalizador de la percepción, escucharla -según su sonido-, siempre definirá la dirección de la realidad que se experimenta. La Ciudad de México, por ejemplo, no sería la misma si sus raíces hubieran brotado del jazz o el blues. Los géneros musicales que han personificado el imaginario colectivo de la capital son aquellos que han definido también el estilo de vida de sus habitantes.
De la música, de su armonía, no hay mucho que explicar más si escuchar, pues se trata de un lenguaje simbólico-sonoro, que a diferencia de muchas artes no intenta probar nada, su mensaje siempre será pareidólicamente personal.
En México hay una afinidad mística por los sonidos nostálgicos; los de lamento, tristeza, soledad y desamores, al mismo tiempo que ocurre un extraño sincretismo con los sonidos tropicales, que generalmente secretan beatitud (por algo Bretón nos llamó el lugar surrealista por excelencia).
Estos son los géneros musicales que han permeado la realidad capitalina a lo largo de la historia:
Danzón
El danzón llegó a la ciudad de México desde los estados de Veracruz y Yucatán, que adoptaron el género por inmigrantes cubanos en 1890. Los salones de baile -donde se presentarían orquestas en vivo- y la aparición de la radio popularizaron el género. A la par que la ciudad evolucionaba tecnológica y arquitectónicamente de forma afransesada, las noches en la ciudad se disfrutaban tropicosamente con un compañero, en la pista de baile.
Bolero
También de origen cubano. Se dice que México es la “meca” de los músicos de bolero. Con una ligera influencia en la balada o música romántica, el bolero fue uno de los medios por el cual se expresaba la melancolía, los desamores, la aflicción. La primera canción categorizada como bolero fue “Tristezas” de José Sánchez, Cuba 1885. En México (1930 y 50) el cine y la televisión fueron su herramienta para divulgarse. Agustín Lara como principal exponente y ulteriormente los llamados “tríos”, que adquirieron fama por sus letras nostálgicas y poéticas, conducidas por armonías complejas realizadas principalmente con instrumentos de cuerda.
Ranchera
El folclor mexicano por excelencia. La ranchera es la música del dolor, de las emociones en la vida campestre post revolución; los caballos, las cantinas y los desamores. Proviene del mariachi y fue y seguirá siendo la música popular que resguardó las costumbres autóctonas del país. Pedro Infante, Antonio Aguilar, Jorge Negrete y José Alfredo por mencionar a unas cuantas de las innumerables voces que hoy en día se siguen recordando en cada juerga con sentimiento.
Norteño
El norteño es una de las bifurcaciones de la ranchera mezclada con la polca europea, cuya simbiosis se proyectó gracias a la migración de europeos a México, provenientes principalmente de la zona escandinava, bretona e italiana. El sonido del acordeón, la tuba, el bajo eléctrico y la tarola armonizaron letras mexicanas que en realidad eran más descriptivas y contaban historias sobre las vivencias en el norte del país.
Banda
El ensamble de la banda sinaloense es también el resultado de una mezcla euroamericana que se desarrolló en los años 20 con la adecuación de instrumentos de aire, utilizados principalmente en la fanfarria europea. Las orquestas de banda son lideradas por un trombón, tuba o trompeta que mucho recuerda al estilo bávaro alemán, heredado de inmigrantes europeos a la ciudad de Mazatlán. Otra versión menos conocida afirma que el estilo de la banda fue heredado de los franceses; por un lado, de las bandas militares del ejercito de Aquiles Bazaine y por otro la afrancesada transformación del país durante la presidencia de Porfirio Díaz.
Salsa
De los años 50 a los 70 sucedió mucho para los oídos sudamericanos. Danzón, cha cha chá, jazz y algunos híbridos afrocubanos volátiles llegaron hasta la zona Centro y Norte de América; Nueva York y México los acogió con especial efervescencia. La salsa (picante), adquiere un lugar en la música gracias al viaje del cubano Cheo Marquetti a México y su divulgación a través de sus discos los cuales, de manera casi sinestésica, contrastaron los ritmos tradicionales del son con el tropicoso sabor del aderezo culinario. Cabe destacar que mucho antes de ser llamada como tal, la salsa ya se tocaba por muchos interpretes cubanos, caribeños, colombianos y venezolanos, principalmente.
Cumbia
Colombiana por excelencia. La cumbia en la ciudad de México se llamaba música tropical y mezclaba los ritmos del son cubano, el porro caribeño, la rumba y el mambo. Nació en 1950 pero no fue sino dos décadas más tarde que en la capital se escucharía transmutada con algunos instrumentos de “rock” como la guitarra y el bajo eléctricos. De igual forma se adaptó a las necesidades de los mexicanos y una década más tarde se podía oír hablar en casi todos los barrios de la cumbia sonidera, que se daba con la creación de fiestas y DJs que mezclaban las canciones mientras el patio de una casa o la calle misma se convertían en la pista de baile.
Balada
En México la balada no fue más que reinterpretaciones de muchas canciones románticas europeas que a su vez no eran compuestas en su mayoría por los interpretes. Tal vez fue en esta época que comenzaron los “covers” en tu idioma, y con el éxito que figuraban las melodías de amor y desamor era de esperarse que hoy en día el pop mexicano siga manteniendo las bases de aquellos grandes solistas.
Rock n’ Roll
La Ciudad de México también tuvo su época de chaquetas de cuero y riffs apabullantes. Fue a lo largo de la década de los 60 que la mayoría de interpretes famosos de baladas mexicanas como Angélica María y Enrique Guzmán dieron ese gran salto a la música que aderezaba realidades en Norteamérica con Bill Haley & His Comets, Elvis y The Beach Boys. Y aunque muchos apostarían que Guzmán y Los Locos del Ritmo son los artistas alegóricos de la época, el lado B del rock n’ roll en la ciudad sonaba más o menos así:
Un segundo momento del rock fue la psicodelia. En la capital fue crucial asistir al festival de Avándaro y leer la literatura de onda. Al final de la época, algunos músicos puritanos terminaron por componer algo más que un rock and roll o una balada:
Y otros más decidieron arriesgarse a probar un rock más ácido:
High Energy
Una extraña y sin embargo fuerte época en la ciudad fue sin duda la del High Energy, una especie de electrónica-disco de origen inglés que a inicios de los 80 se convirtió en la música de las fiestas y los nuevos sonideros “del barrio” en la ciudad. Fue el DJ Patrick Miller (Roberto Devesa) y Polymarch quienes encabezaron una movimiento musical con canciones de Hi-NRG frescas, que de menos en la capital no se escuchaban ni en la radio. La puesta en escena de este género fue la siguiente: demostrar en la pista de baile tus mejores pasos y competir por el título de mejor bailarín. Lo trascendental del high energy fue que por primera vez las personas bailaban solas. Hoy en día el Patrick Miller ubicado en la colonia Roma le hace homenaje a esta época, ahora fantasmagórica, que muchos siguen sin olvidar.
Rock Alternativo
Aquello que se llamó y se sigue llamando “rock alternativo” es, al menos a mi parecer, un hoyo negro en el diccionario musical de aquellos que gustan categorizar todo lo que ven y no pueden comprender. El llamar alternativa a la música y en general a un cierto tipo de arte, resume ofensivamente el progreso de toda una generación que eligió no seguir la tendencia de un género activo. El rock alternativo comprende a un sin número de bandas que de los 80 a los años 2000 fabricaron híbridos de muchos subgéneros musicales distintos: desde el post punk (como es el caso de The Cure), space rock (The Verve), el brit pop con ligeros coqueteos de electrónica (en el caso de Radiohead) hasta el esotérico de lo alternativo: el shoegazing (de bandas como My Bloody Valentine). Todo aquello que sonaba a rock no convencional estaba situado dentro del género.
En la ciudad de México se abusó por mucho de esta categoría que enclaustró a bandas de culto como los Caifanes, en el mismo círculo que Café Tacuba o Maldita Vecindad que sencillamente contenían un sonido totalmente diferente. Independientemente de esto, Caifanes son realmente el emblema nacional del rock alternativo; su sonido -algunas veces más cerca del folclor mexicano, otras más cerca de The Cure-, sus letras -inevitablemente poéticas y expresivas-, y su aparición, en el momento justo en que se necesitaba escuchar algo más profundo en esta ciudad.
Twitter de la autora: @surrealindeath
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