México no deja de sorprender jamás, incluso a sus connacionales, por su contradicciones y simultánea belleza. Ahora, si hacemos un ejercicio sobre cómo verá un ojo extranjero el país, puede ser muy interesante.
Imagina a un financiero alemán, pero uno muy especial, que goza de la botánica y de los objetos: un coleccionista. Este personaje de una sensibilidad inusual llega a México y queda enamorado: es la historia de Franz Mayer; un nombre que seguro circunda en tu archivo de recuerdos.
Existe un museo con su nombre, y es la materialización pura de su amor por el país. Franz Mayer, nacido en Alemania, migró a Londres, luego a Estados Unidos, y después a México en 1905. Tuvo que salir del país por los disturbios de la Revolución en 1910, pero se quedó encantado con este y regresó lo más pronto posible, en 1913. En 1920 se casó con la mexicana María Antonieta de la Macorra (quien lamentablemente murió pocos años después); para 1933 ya se había nacionalizado como mexicano.
Por sus pasiones: fotógrafo, filántropo, floricultor (tenía un especial gusto por las orquídeas como muchos hombres y mujeres interesantes de la historia), su gusto por México fue definitivo. Sus paisajes, colores, tradiciones, personas y sus objetos, en algún sentido, contenían algo de lo que el país es, en sus múltiples variantes, desde las artesanías hasta el arte colonial.
Mayer llegó a hacerse de una colección de hasta 10 mil objetos, que elegía cuidadosamente y de los cuáles investigaba: su biblioteca incluía información valiosa de mucho de la significación de esos arte-objetos. Sabía además, que su acervo era de un fundamental valor histórico que dejaría para la población mexicana en la posteridad.
Cuando Mayer murió, su colección e incluso su fortuna, fue donada al país en forma de un fideicomiso. En 1986 fue inaugurado el museo que lleva su nombre y exhibe su colección, la más importante de piezas decorativas mexicanas y latinoamericanas, mayormente de los siglos XV al XX. El edificio es un antiguo lugar que funcionó como hospital durante cuatro siglos y pertenecía a la Orden de San Juan de Dios.
Mayer ha sido uno de los foráneos adoptados mas devotos al país; su pasión como coleccionista embonó perfecto en un país como México, donde los objetos de cada zona son como un espejo de formas que reflejan la complejidad de la belleza de un país como este, incluso en sus persistentes contradicciones.
Twitter de la autora: @anapauladelatd
Leave a Reply