El factor común entre estos personajes es que coincidieron en la ciudad de México donde la ficción revela a lo real en las contagiosas seiscientas sesenta páginas que Poniatowska puso en su libro Tinísima. Escribe sobre la vida de Tina Modotti en CDMX. Quizá la fotógrafa italiana ignoraba que al acompañar a su maestro Edward Weston —quien venía encargado para el Departamento de Bellas Artes— pasaría de una niña que trabajara como obrera textil en su natal Udine, a la mujer que, por su gran compromiso con los indígenas, decide quedarse en México, desde la primera vez que realizó un viaje al Istmo de Tehuantepec—junto a Frida Kahlo y Diego Rivera (para quien posó desnuda para los murales de Chapingo)—.
Manuel Álvarez, su discípulo, y otro de los más grandes de la fotografía mexicana exponentes después de Modotti (quien también fuera actriz de cine mudo), narra que se hizo su aprendiz justo antes de que conociera a Cesar Sandino y; al amor de su vida, Julio Antonio Mella (activista cubano) quien también residía en la Ciudad. Pablo Neruda escribió las palabras de su epitafio: «Tina Modotti/ Puro es tu dulce nombre, pura es tu frágil vida./ De abeja sombra, fuego, nieve, silencio, espuma,/ de acero, línea, polen se construyó tu férrea, / tu delgada estructura.»
Cubículo Julio Antonio Mella Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM Ciudad Universitaria
En el filme Frida, donde Salma Hayek interpreta a la pintora y Ashley Jud, a Modotti, es otra historia que tiene a CDMX como telón de fondo. Frida Kahlo y Diego Rivera, como se sabe recibieron en La Casa Azul a León Trotsky, discípulo de Lenin, y a su esposa Natalia Sedova, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas.
Además de historias de amor como la que Poniatowska retrata en esa paradójica y casi fílmica acuarela fiel de espionaje, que es Tinísima; y el triángulo Rivera-Trotsky-Kahlo, que se ha convertido en una historia de culto digna representante del realismo mágico del posboom latinoamericano con epicentro en el CDMX.
Asimismo surgió la historia de amistad entre Ernesto Che Guevara y Fidel Castro en CDMX. Mientras el primero se encontraba haciendo un reportaje y fotografías en la Ciudad, el segundo había sido expulsado de Cuba por motivos políticos y acribillado en Bolivia. Ambos doctores honoris causa (uno médico y el otro abogado) no sabían en las figuras que se convertirían a la postre de aquel encuentro en algún departamento en CDMX.
Todos estos personajes son hijos de la mitología huidiza del modernismo y la improbable manera en que conspira el tiempo para escribir los días y sobresaltar la sonoridad y la música remota y omnipresente de la historia que queda retratada en rostros fotogénicos de la biografía de esta Ciudad.
Twitter del autor: @SamZarazua
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