Se acerca esa época del año en la que los mexicanos celebramos una de las tradiciones más emblemáticas y antiguas de nuestra identidad. Ya se siente en el ambiente ese aire del Día de Muertos. Las panaderías comienzan a sacar sus mejores panes, los adornos para los altares empiezan a salir a la venta y hasta Paseo de la Reforma se ha adornado con flores cempaxúchitl.
Según un estudio de la CANACOPE (Cámara de Comercio, Servicios Turismo de la Ciudad de México), solamente un 5% de la población capitalina no celebra de ninguna forma este día festivo. El resto, hizo diferentes actividades como el altar a su muerto, la visita al panteón o la asistencia a misa. Esto indica, que de una u otra forma, los chilangos aún seguimos con esa bonita tradición de celebrar el Día de Muertos.
Sin embargo, existe un 45% de la sociedad que combina esta costumbre con otra del país vecino. Se trata de Halloween, una fiesta que originalmente se le atribuye a las culturas celtas, y que posteriormente Estados Unidos ha ido moldeando hasta convertirla en una noche de susto. El hecho de que ambas se relacionen con la muerte no quiere decir que sean iguales, a decir verdad, estas celebraciones no podrían ser más opuestas:
La tradición del Halloween comenzó países anglosajones como Inglaterra, Irlanda y Canadá. Halloween, es una contracción del inglés All Hallows’ Eve, en español: «Víspera de Todos los Santos», también conocido como Noche de Brujas, Noche de Muertos o Noche de Víspera de Difuntos, es una celebración moderna resultado del sincretismo. Mientras que el Día de Muertos se origina como un culto a la muerte de hace más de 3 mil años que surge entre las culturas prehispánicas de la región.
El Halloween es una noche que celebra el mundo de los muertos y el de las artes oscuras. Pero el Día de Muertos no tiene afán de aterrorizar, por el otro lado, es un día para recordar aquellos que ya no están con nosotros.
Desde luego el Halloween ha ido tornándose en una noche de comercio, es por esto que las tiendas de disfraces y las dulcerías son las más beneficiadas. Y en el Día de Muertos, no hay necesidad de disfraz, se trata de un altar que con adornos y comida relacionada al fallecido, se brinda por su recuerdo.
El Día de los Muertos tiene su origen en la cultura prehispánica, quienes realizaban rituales para celebrar la vida de los ancestros. Los festejos ya se realizaban en nuestras tierras hace 3 mil años, durante el noveno mes del calendario solar mexicano durante todo un mes. El sincretismo entre estas culturas y el cristianismo cambió su fecha para el Día de Todos los Santos.
Por su parte, Halloween tiene sus orígenes en la cultura celta y un antiguo festival conocido como Samhain que se celebrara al terminar la temporada de cosechas en Irlanda y daba inicio al nuevo año celta. Esa fecha era considerada especial porque ese día la línea que separaba el mundo de los vivos del de los muertos era “más débil” y los espíritus podían caminar entre nosotros.
El Día de los Muertos tiene su fecha especial el 2 de noviembre y en la celebración se ofrecen altares a los seres queridos que han fallecido para celebrar su visita. Entre los rituales, se colocan veladores y flores para atraer a las ánimas en su camino de regreso, para que puedan disfrutar de las ofrendas y los regalos que se les hacen.
Halloween se celebra cada 31 de octubre a nivel internacional. Es tradición que la noche de esa fecha los niños se disfracen de sus monstruos y personajes de terror favoritos para salir a pedir golosinas en las casas. La decoración también es importante y cada hogar se viste con colores y elementos típicos de la noche para ahuyentar a los fantasmas y generar un clima de terror.
En el Día de los Muertos se utilizan muchos colores para la decoración, incluyendo flores, papel picado y se ponen elementos que se consideren de gusto del difunto homenajeado. También se ponen en los altares fotos de aquellas personas queridas que fallecieron. Las calaveras son un clásico en esta celebración, que se utilizan para representar a los difuntos y celebrar su día entre sus familiares, como una fecha de unión y alegría.
En cambio, en Halloween los colores que más se ven son el negro y el ananaranjado y uno de los elementos que más se identifica con la celebración son las calabazas, aunque estas no sean propias de la tradición celta. Las personas se disfrazan de personajes siniestros y en algunos sitios se prenden fogatas para espantar a los espíritus y que estos se alejen de los vivos.
Lo cierto es que vivimos en un mundo globalizado, y no tiene nada de malo adoptar las tradiciones de otros lugares. Lo preocupante es cuando dejamos de hacer las nuestras por querer parecernos más a los demás.
Son dos festividades muy distintas, que por separado se vale celebrar. Pero no tiene caso combinar las tradiciones, porque su razón de ser es muy opuesta. Procura celebrar cada fiesta el día que le corresponde, con las ofrendas que le corresponde. Y no olvides nunca que el Día de Muertos es propio del mexicano, es una de las muchas tradiciones que hace de nuestro país uno tan especial a los ojos de resto del mundo.
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