El día que Pancho Villa fue presidente de México

El año de 1914, la Ciudad de México vivió uno de los momentos más memorables de su historia con el encuentro, en el Palacio Nacional, de dos figuras clave de la Revolución Mexicana, Francisco Villa, líder de la División del Norte y Emiliano Zapata que comandaba a los Ejércitos del Sur.

El 6 de diciembre de aquel año, las tropas de ambos ejércitos se encontraron en lo que en aquella época era la capital de México (el Centro Histórico) y fueron recibidos por el entonces presidente Eulalio Gutiérrez y embajadores de diversos países en el aquel recinto. Los dos líderes revolucionarios disfrutaron ahí de un banquete que ofreció el jefe de Estado.

Cuando acabaron de comer, Villa y Zapata entraron al salón presidencial y el centurión del norte decidió sentarse en la silla presidencial para hacerse una fotografía al lado de quienes lo acompañaban; Zapata se sentó a un lado, y el general Tomás Urbina del otro. Momento antes, Villa ofreció a Zapata ocupar la silla presidencial, pero éste se negó diciendo que cualquier persona buena que se sentara en ella, al levantarse se habría vuelto mala.

Las dos fotografías capturadas por Agustín Víctor Casasola son detalladísimas imágenes congeladas en el tiempo, rostros llenos de misterio que te obligan a observarlas con cuidado, a analizar a los personajes que las componen y, tal vez, a preguntarte qué pasaba en la cabeza de las persona retratadas —entre las que figuran el periodista John Reed, el general zapatista Otilio Montaño y Rodolfo Fierro, general de la División del Norte, mano derecha de Villa y, según algunos, el más despiadados de sus soldados—. ¿Sabrían que ese momento que vivían habría de cambiar al historia de México? ¿Sabrían que aquella imagen habría reproducirse y analizarse una y otra vez?

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En una de las fotografías Francisco Villa, sentado en una silla que fue símbolo del poder del Porfiriato, tiene la actitud de un líder: sonriente, casi orgulloso; en la otra dirige su cabeza hacia Zapata, como si estuviera diciéndole algo con discreción. Por su parte, el líder de los ejércitos del sur tiene una actitud más reservada y sobria.

Algunos de los rostros que los rodean (indígenas, niños y algunos con apariencia de extranjeros) los observan impresionados, otros miran a la cámara con un dejo de asombro; casi todos tienen una actitud ciertamente sombría…

Tal vez ninguno de ellos sabía que ese momento capturado por la cámara de Casasola aquel 6 de diciembre de 1914 sería símbolo y síntesis del espíritu de toda una época.

 

Twitter de la autora: @imissmaria


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