Durante los casi 300 años del Virreinato de la Nueva España (1535-1821), este nuevo mundo acumuló una gran riqueza en metales finos, convirtiendo al dinero en monedas metálicas fabricadas de oro, plata y cobre. Para ese entonces, el valor nominal de la moneda equivalía al valor del metal que la componía, por lo que empezó la costumbre de usar la moneda como medio de pago. Con el paso del tiempo, la moneda comenzó a acuñarse en metales industriales, convirtiéndose en un elemento fiduciaria pues se redujo a un valor intrínseco.
Esta evolución de las monedas mexicanas tomó alrededor de 500 años, generando un acervo de monedas, medallas, herramientas y objetos albergado en el Museo Numismático de Casa de Moneda de México. Cada una de las salas con las que cuenta el museo es resguardada por un equipo de curadores e investigadores especializados en conservar cada una de las piezas. De acuerdo con el museo, el acervo documental está constituido por grupos documentales relacionados con la operación de la Casa de Moneda de México, las Casas de Moneda foráneas del siglo XIX, el Apartado y el Ensaye mayor de la Nueva España.
Inclusive el inmueble mismo posee un cúmulo de registros históricos, pues la Casa de Moneda de México fue fundada en 1535 cuando el Virrey Antonio de Mendoza arribó a la Nueva España. En ese entonces la Corona española creó a su disposición la primera Casa de Moneda en América, con el fin de que el dinero circulante en el país –e inclusive en el extranjero– fuera fabricado exclusivamente ahí mismo. Con el tiempo, principalmente en el siglo XX, esta casa se convirtió realmente en una entidad industrial dedicada a la producción de la moneda mexicana y piezas conmemorativas. ¿Qué crees descubrir de tu propia historia?
Apartado #13,
Centro Histórico, Cuauhtémoc,
6000 Ciudad de México, D.F.
(Entrada por Bolivia s/n)
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