Con cinco siglos de historia, la actual plaza de Santo Domingo muestra una serie de constructos sociales que la han reestructurado con el paso del tiempo. Sus inicios, por principios del siglo XVI, pretendía convertirse una infraestructura religiosa en favor de los frailes dominicos para construir el Templo de Santo Domingo. Esto era un lugar estratégico pues la plaza quedó ubicada justo en frente del Palacio de la Inquisición –ahora llamado Museo de la Medicina–, la Antigua Aduana y la Casa de Diego y Pedraza.
Dinamismo, leyendas e historias son elementos que han acompañado a la ostentosa arquitectura de la plaza. Cada columna representa así una referencia obligada al Portal de los Evangelistas, un antiguo portal comúnmente visitados por personas que requerían los servicios del escribano como redactor de documentos y textos. Desde entonces la plaza fue una sede de negocios relacionados con el mundo editorial y topográfica; y de hecho la zona alberga actualmente un grupo de impresores que elaboran papelería para tesis, comprobantes fiscales, títulos, cédulas profesionales y documentos oficiales falsificados.
De acuerdo con las leyendas alrededor de esta plaza, su ubicación coincide con lo que fue la casa de Cuauhtémoc, la cual fue destruida durante la expansión de los conquistadores españoles a lo largo del territorio mesoamericano; otras fuentes informan que esta plaza era un antiguo calpulli mexica de Cuepopan. Y a pesar que la mayoría de los edificios de alrededor fueron reconstruidos durante el siglo XVIII por problemas de hundimiento e inundaciones, la zona guardó recelosa un estilo barroco novohispano. Desde entonces, tanto la plaza como el templo ha pasado por una serie de renovaciones debido a incendios, portales caídos y fuentes que dejaron de funcionar; e inclusive, en su lugar, se encuentran otros elementos como la estatua de Doña Josefa Ortiz de Domínguez –también conocida como la Corregidora– del escultor italiano Enrique Alciati.
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