Roland Barthes, filósofo, ensayista, crítico y semiólogo francés, revolucionó las premisas lingüísticas del campo “textual”. Su obra literaria se le ha considerado como un anclaje al sentido, significado y relevancia, en donde la interpretación puede adquirir diversos puntos de vista sin restringir el proceso creativo.
Su noción filosófica permitió desarrollar la apertura a múltiples interpretaciones no sólo en la filosofía, también en la fotografía. El studium –la cultura y el gusto– y punctum –“ese azar que en la fotografía despunta”–, son dos elementos que convierten la fotografía en testimonio de la esencia humana:
Puede interesarme una fotografía, incluso a veces emocionarme, pero con una emoción impulsada racionalmente, por una cultura moral y política. Muchas fotografías permanecen inertes bajo mi mirada. Pero incluso entre aquellas que poseen alguna clase de existencia ante mis ojos, la mayoría tan solo provocan un interés general […]. Me complacen o no pero no me marcan. La fotografía puede gritar pero nunca herir. No hay ningún punctum.
Barthes busca sentir una flecha clavarse en su cuerpo como una manera de experimentar, a detalle, todas las sensaciones que una imagen puede revivir. Pretende vivir algo íntimo, a menudo innombrable, y que provoque un punzamiento. Por ello define al papel de la fotografía como un testimonio, “un trámite tanatológico que me permite un día ver ‘lo que ha sido’. Quizás plasmando un momento que sabemos nunca se repetirá –en realidad el acto de fotografiar es como una pequeña muerte- en cierta forma queremos así conservar la vida.”
La fotografía es un elemento universal a través de un lenguaje distinto y autónomo, que forma un noema: “Esto ha sido” una evidencia extrema, que puede llegarse a confundir con la realidad creativa del “Es esto”. Se trata de un éxtasis fotográfico.
Ahora, tras años de la creación de su noema, llega a la Ciudad de México como un campo de connotación, de herida que nos afecta, y nos convierte en una imagen única, inmóvil del reflejo de un yo múltiple y cambiante.
Desde la cámara de Roland Barthes, el Museo de Arte Carrillo Gil presenta Lo que no se ve. Studium y Punctum en la colección de fotografía contemporánea de telefónica y desde la cámara lúcida de Roland Barthes, hasta el 10 de enero del 2016.
En esta exposición, “lo que no se ve” retoma la forma de registros fotográficos del acervo histórico de Telefónica, los cuales se encuentran bajo la lupa reflexiva de Barthes en La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía: “la observación al fenómeno visual que traza una simultaneidad de percepción sobre la condición subjetiva, la realidad cotidiana y la eventual circunstancia melancólica. No en el ayer, sino rotundamente presente.”
Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Dirección: Av. Revolucion 1608, esquina Altavista, Col. San Ángel, México D.F.
Tel: 86 47 54 50
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