El proyecto para los Laboratorios Smith Kline & French de Ricardo Legorreta no es el más popular del despacho pero, a pesar de ser uno de sus primeros trabajos podemos encontrar en él una muy temprana síntesis y un recorrido por toda la obra de uno de los arquitectos mexicanos más reconocidos del siglo XX y principios del XXI.
Construido en 1964, el edificio actualmente alberga la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal tras la remodelación del mismo despacho dos años antes de la muerte de Ricardo Legorreta. El proyecto reúne varias características visibles en su trabajo a lo largo de su carrera como la monumentalidad, la integración de arte en sus edificios y la incorporación de espacios vacíos en sus diseños como plazas públicas.
Durante la década de los sesenta abundó la construcción de laboratorios químicos y los Laboratorios Smith Kline French fue uno de los más importantes junto con los Laboratorios de grupo Rousell (hoy Sanofi Aventis) obra de otro muy prominente arquitecto en México, Vladimir Kaspé, a un kilómetro y sobre la misma avenida y construido solamente dos años antes.
Los dos Laboratorios tienen similitudes en su arquitectura, la claridad estructural del edificio de Kaspé también se hace presente en el edificio de Legorreta que con columnas en forma de “V” del pórtico que bordean de un lado la plaza dan forma a las ventanas hexagonales del nivel de arriba.
Éste edificio nos muestra una etapa de Legorreta en la que se encontraba más cercano al “estilo internacional”, ejemplo de esto es el edificio Celanese Mexicana que diseñaría cuatro años después y que es un despliegue de complejidad estructural con sus losas colgadas de lo alto de un núcleo central.
Sin embargo la obra en general de estos dos arquitectos contrapone dos interpretaciones diferentes sobre la arquitectura moderna en México. Si bien la arquitectura de Kaspé es un símbolo del “estilo internacional” en México y comparada con la de Arquitectos de la Bauhaus como Mies van der Rohe y Walter Gropius, la arquitectura de Legorreta pretendía tener un carácter local desarrollada durante el periodo de nueva monumentalidad y dentro de lo que el historiador de arquitectura británico Keneth Frampton definiría como regionalismo crítico.
Paradójicamente La arquitectura que Legorreta siempre cargó con un simbolismo de “lo mexicano” ha sido tal vez la que más exportación ha tenido extendiéndose en cuatro continentes y llegando a abrir en algún momento una oficina en Los Ángeles.
Tiempo después en 1994, el mismo Legorreta provocaría otro enfrentamiento de visiones de arquitectura moderna en el Centro Nacional de las Artes para el que proyectó el plan maestro en el que conviven diferentes arquitecturas como la suya, la de Teodoro González de León, parte de su generación y la de Luis Vicente Flores y Enrique Norten de la siguiente. Fue muy atinada la elección del arquitecto para orquestar este proyecto pues siempre fue muy cercano al arte.
A lo largo de su carrera trabajó con artistas como Alexander Calder, Isamu Noguchi, Rufino Tamayo y sobre todo con Mathias Goeritz, que intervino en el proyecto para los laboratorios, en la Fábrica Automex el mismo año y cuatro años después en el icónico Hotel Camino Real en Polanco con la celosía de la entrada que sigue vigente como la imagen de ésta cadena hotelera.
En Smith Kline & French en específico Mathias Goeritz diseñó la reja de la plaza con una composición haciendo que hace clara referencia a las ventanas hexagonales del edificio y utilizando los colores vivos que caracterizan tanto la obra del artista como la del arquitecto.
La aportación de Goeritz nos da una primera imagen del proyecto, pero la característica más representativa del edificio no es ni la reja escultórica, ni el protagonismo de su estructura, sino la plaza pública que domina el conjunto y se abre hacia la avenida. No es de sorprender que tanto éste edificio como otro de su autoría, los Seguros América Banamex (actualmente sede alterna de la Suprema Corte de Justicia) que también tiene una plaza pública, pasaran de ser edificios para una empresa privada a ser cedes de instituciones públicas.
Hoy se construye uno de los últimos proyectos de Ricardo Legorreta en conjunto con el despacho inglés Rogers Stirk Harbour & Partners, la Torre BBVA, que al igual que los laboratorios de 1964 conjunta monumentalidad, claridad estructural y los colores que distinguen la arquitectura de Legorreta con los que buscaba representar el carácter local en su arquitectura. Parece que el regionalismo y la internacionalidad conviven de nuevo en un proyecto de Legorreta al final de su carrera.
Autor: Alvaro Araico Castant
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