Un artista mexicano derritió 1,527 armas de fuego y creó palas para plantar árboles

Si jugamos con una de las populares definiciones del arte, “es lo que hace visible lo invisible”, lo invisible dentro del arte, lo que opera y desvela, podría ser la magia, el cordón umbilical plateado entre la religión, la ciencia y el arte. Es el secreto del artista y su sueño: que la metáfora se materialize, la eterrealización. Poder palpar su pensamiento, asir el grial onírico de su espíritu. Toda obra de arte como toda tecnología, oculta un inconsciente mágico, una motivación secreta de crear, de participar en la cosmogénesis.

Una especie de alquimia artística ha sucedido en Culiacán, la ciudad con la mayor tasa de muertes por armas de fuego en el país. Las consecuencias devastadoras de las armas han sido tema de diversas noticias alarmantes e incluso de novelas de ficción. Ahí es donde el activista creativo Pedro Reyes encontró una oportunidad de transmutación.

Pedro, artista reconocido mundialmente, oriundo de la Ciudad de México – es un artista inspirado en los fracasos de la cultura moderna al iluminarlos bajo una luz positiva. Él no cree en el fracaso, sino que cree que el fracaso es el resultado de una cierta perspectiva.

Con esta peculiar percepción, transforma las cosas que pueden aparentar estar rotas para modelarlas con una diferente narrativa.

Al observar las armas de fuego, sintió que algo positivo podría transformarse de su materia, y fue cuando inició una campaña pidiendo a los residentes entregar sus armas a cambio de un cupón que podían usar para comprar productos electrónicos o electrodomésticos.

Después Pedro recogió 1,527 armas de fuego para el proyecto “Palas por Pistolas”. Después de la recolección, las armas fueron trasladadas a una base militar y públicamente fueron destruidas con una aplanadora. Finalmente, se fundieron y derritieron en su totalidad para ser recicladas y transformadas en 1,527 palas con mangos de madera.

Estas palas se distribuyeron luego a instituciones de arte y escuelas públicas, donde la gente de la comunidad las usará para plantar un mínimo de 1.527 árboles.

“Si algo está muriendo, podrido y maloliente, creo que hay una oportunidad de hacer un abono en el que este vasto catálogo de soluciones se pueden mezclar de una forma completamente nueva”, dijo a la revista BOMBA. En “Palas por Pistolas” el objetivo fue demostrar cómo un agente de la muerte puede convertirse en un agente de la vida.

Ahora esas armas tienen un segundo y loable propósito, el de la plantación de árboles y la creación de la vida.

Algunas de las palas incluso han llegado a la Galería de Arte de Vancouver, el Instituto de Arte de San Francisco, la Maison Rouge en París y otros lugares del mundo.

Se dice que los objetos y la tecnología son intrínsecamente neutrales; es la intención y la agencia lo que permite que las herramientas puedan ser utilizadas para ser un motor de florecimiento.

 


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