La residencia está ubicada en la calle Manzanares número 25 en la Merced. Hoy es una casa abandonada, con carteles deshechos pegados en las paredes y una puerta de madera. Podría pasar desapercibida pero su arquitectura revela que es una construcción del siglo XVI, la más antigua.
La arquitectura del siglo XVI resalta por la sencillez en sus contornos y debido a que genera una impresión de un edificio como fortaleza. Las construcciones en este siglo se realizaban en torno al esfuerzo de la evangelización, por lo cual dejaban un tanto rezagado otro tipo de construcciones creadas.
Por dentro la casa está llena de ramas y yerbas que le han ido creciendo entre resquebraduras y grietas. Los materiales con los cuales está hecha son de tezontle y ladrillo, y también cuenta con un patio central, lo cual evidencia que se trata de una mezcla de arquitectura colonial e indígena. Algunas de las piedras pudieron haber sido de las pirámides que fueron derrumbadas.
El Fideicomiso del Centro Histórico la avaló como el inmueble más antiguo de la ciudad. Ha resistido los temblores, terremotos y al tiempo.
Hace unos años funcionaba como vecindad, ahora nadie vive ahí, será que las tuberías están demasiado gastadas para poder continuar funcionando, o que la misma zona ha fluctuado en sus actividades lo cual la alejan de ser un lugar interesante para vivir.
Es una residencia fantasma, aunque algunos conocedores, paseantes y turistas han escuchado de su historia y de permanencia en el tiempo, entonces se acercan a contemplarla y fotografiarla.
Los lugares alrededor son negocios donde se vende cerveza, un local con pelucas, y uno más con juguetes.
Es un inmueble de gran valor cultural e histórico que bien pudiera ser rescatado para generar atracción y alejar del abandono a la zona.
Al parecer, esta singular casa fantasma –aunque sin lugar a dudas, poética– pronto estará contando una nueva etapa de su historia. Existe un plan para convertirla en museo.
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