En un pasado lejano del valle de México, el Xitle hizo erupción. Antes de eso fue parte de un paisaje en el que se levantaba despertando curiosidad. Xitle en náhuatl quiere decir ombligo. Su forma es la de un cono con base redonda. A sus alrededores se asentó la cultura de Cuicuilco, una de las más refinadas de Mesoamérica.
En Cuiculico, “Lugar donde se hacen cantos y danzas”, se construyeron muchos templos, los cuales, el Xitle, no respetó. Uno de ellos, sin embargo, logró salvarse de la lava y el fuego. Su base es redonda y su forma es la de un cono, sería el Xitle su modelo. La ubicación actual de las ruinas de Cuicuilco está hacia el sur de la Ciudad de México. Dos de sus márgenes son el Periférico y la avenida de los Insugentes. Desde la altura máxima del templo circular de los cuicuilcos puede verse el gigantesco centro comercial de Perisur.
Cuando el Xitle hizo erupción ahuyentó a todos. El terreno cubierto de lava se petrificó. Poco a poco a lo largo de siglos nació una nueva vegetación. Poco a poco también, otros seres humanos fueron habitando esos terrenos de piedra.
En 1949 por iniciativa de algunos artistas como Diego Rivera, Carlos Contreras y Luis Barragán entregan un proyecto para planificar la urbanización de lo que se conocería como Jardines del Pedregal de San Ángel. Las calles proyectadas respetaron los cauces de la lava y llevan todavía nombres como Fuego, Lluvia, Xitle. La primera casa del Pedregal fue una obra de Max Cetto, prestigioso arquitecto mexicano-alemán, ubicada en la calle de Agua, número 130. Luego hubo otras casas modelo. Una de Cetto y otra más éste en colaboración Con Barragán situadas en Avenida Fuentes 130 y 140.
Casa de Av. Fuentes 130
Los jardines de la zona residencial fueron proyectados por Luis Barragán aunque nunca se completó el plan. Lo que aún se mantiene a la entrada del fraccionamiento es la escultura Animal herido que Barragán solicitó a Mathias Goeritz, y que anuda de algún modo al Xitle con el Pedregal.
Foto de portada y final: Santiago Aráu
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