“…En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro.”
Luis Barragán, discurso de aceptación del premio Pritzker
La capilla del convento de las capuchinas sacramentarias es una prueba del espacio sensorial para los creyentes del espacio fenomenológico. Un espacio que te hace percibir sensaciones fuera de lo cotidiano, un espacio que incita a la reflexión y a lo espiritual.
Luis barragán diseñó en 1952 este convento en la calle de Hidalgo 43 para las madres capuchinas. Barragán además de aceptar el encargo, ayudó a financiar la construcción que tardo 7 años hasta su inauguración en 1960. El proyecto consistió en la ampliación del claustro y la capilla. Desde los muebles hasta la ropa que usa el sacerdote cuando da la misa, fueron diseñados por Barragán.
El convento se adapta al contexto evitando el fachadismo y el protagonismo, si no sabes la dirección no sabes que es ahí. Situación similar que presenta la casa-estudio de Barragán de Tacubaya.
Al entrar hay un patio que antes estaba cerrado por una celosía amarilla con mucha vegetación pero con el tiempo y el crecimiento de las plantas la celosía se venció y solo queda una parte de ésta. Este espacio crea un ambiente completamente diferente de la calle, estás en un espacio aislado con sus propias cualidades. Cuando entras a la capilla principal sientes algo fuera de lo común, completamente diferente al espacio transitorio que te lleva ahí.
Es un espacio que deja entrar la luz de una forma indirecta, los muros tienen color y los vidrios también dando como resultado una serie de sombras y un espacio muy cálido completamente opuesto al exterior, además de rematar con el altar dorado de Mathias Goeritz. Los muros parecen ser rosas pero en realidad son naranjas que, con la luz natural y los vidrios de colores, el espacio se envuelve en una especie de textura que no se ve pero se siente.
La visita a este lugar es bajo previa cita (5573 2395) y los horarios son de 10 a 12 y de 16 a 18 hrs. de Lunes a Jueves. El costo de la entrada es de 50 pesos.
Autor: Santiago Jiménez Labora Prieto
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