¿Qué sucede al interior del macrotemplo de Cienciología de la CDMX?

Ubicado a unas cuadras de la Alameda Central, el macrotemplo de Cienciología.

 

Actualmente, el Scientology cuenta con 5,500 integrantes de la Ciudad de México. Cada día, hombres en trajes de marca ofrecen a los transeúntes “test de estrés”, cursos de bajo costo para mejorar su rendimiento en varios ámbitos de la vida y la panacea para todos los malestares. Sin embargo, ¿qué pasa cuando aceptas formar parte de este templo?

Conforme los adeptos se compenetran con la secta, mafia o religión, los cursos van subiendo de precio; mientras que el tiempo en que se le dedica al entrenamiento y capacitación sobrepasa sus capacidades físicas. De acuerdo con la experiencia de Lilián López Camberos, redactora en Letras Libres, su sistema de creencias de autoayuda multinivel están diseñados para eliminar recuerdos dolorosos y acercarse a la “salvación espiritual”:

El macrotemplo de Balderas y Juárez es lujoso, una mezcla de lobby de hotel, librería y centro de convenciones. Apenas llegué, un hombre rollizo y todo sonrisas, con un suéter negro de cuello de tortuga, me dio la bienvenida y preguntó el motivo de mi visita. Le dije que quería hacer el test de personalidad, del que me enteré en la página del Instituto Tecnológico de Dianética A.C. (costo original, según Scientology México: quinientos dólares).

En un salón con espacios semiprivados provistos de un lápiz, un par de señoras y una chica emo resolvían afanosamente el examen de 200 preguntas. Rellené datos falsos.  Luego respondí todo lo opuesto de lo que normalmente respondería, más un entusiasta sí en las preguntas que lo requerían (“¿Te interesan mucho los demás?”), un enfático no a las que no (“¿Estás a favor de la discriminación racial?”) y un tibio “depende” a las que de plano no entendí (“¿Algunas veces tienes la sensación de que la vida es como un sueño, cuando todo parece irreal?”)

Mientras esperaba mis resultados, paseé discretamente por las espaciosas áreas, divididas por paneles de madera. En cada esquina hay un exhibidor con un libro de L. Ron Hubbard distinto. Acá hay una muestra de su nutrida colección.

El mobiliario: más de quince televisiones planas marca Panasonic, provistas de un apéndice de botones luminosos para navegar por los menús. Un asiento sin respaldo, parar mirarlas con la espalda arqueada. Hay un video distinto en cada televisión: uno explica qué es la Cienciología y cómo puede cambiar tu vida, otro ofrece testimonios de beneficiados, otro más entrevista a los líderes regionales, otro (con actores gringos, perfectamente doblados al español) transmite imágenes realistas y violentas. Eso, aseguran, es tocar fondo.

Al cabo de un rato, el chico del suéter me llevó a una oficina.

— Te confieso que, en el año que llevo trabajando aquí, son los resultados más altos que he visto.

Intuí que mi correcto llenado del examen se había convertido en un problema, pues sin áreas problemáticas a la vista, resultaba más difícil convencerme de la necesidad de aplicar los conocimientos de la Dianética. El diálogo, no más de quince minutos, fue un tibio forcejeo de confesiones.

Al final, el gordito terminó ofreciéndome un curso de liderazgo.

La etapa siguiente se trata de una entrevista con un “señor canoso de ojos orientales, vestido como mesero de casino –también, todo de negro, sólo que con chaleco y un porte más distinguido–. Ahora se trata de explicar la modalidad y finalidad del curso de liderazgo, de un costo de 700 pesos; el cual es supervisado por personal especializado mientras el adepto lee material a solas y recibe calificaciones durante el proceso: “El horario es personal, tú lo eliges. El tiempo sería de unas doce a quince horas y una parte es teórica y otra es práctica.” Como resultado de ello, se “reciben felicitaciones de algunos, palmaditas invisibles. La calidez lleva a sentirse parte de algo –incluso cuando ese algo es desconcertante. Todos en el Instituto de Tecnología Dianética tienen actitud de vendedor de promesas. Tu tiempo compartido es la felicidad eterna.”

Tras años de entrenamiento en cursos, y habiendo alcanzado el nivel Operating Thethan III (O.T.), por fin los adeptos son acreedores de una novela corta de L. Ron Hubbard –escritor de ciencia ficción– en que se revela el origen de los problemas humanos: “La principal causa de los problemas de la humanidad empezó hace 75 millones de años, cuando el planeta Tierra, entonces llamado Teegeeack, era parte de una confederación de noventa planetas bajo el mando de un despótico tirano llamado Xenu”.


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