Es Acolman el pueblo donde nació el concepto mexicano de la piñata.
Antes de entrar en terrenos mexicanos, es importante aclarar que la tradición de las piñatas no nació en nuestro país. Según la historia, Italia es la nación que comenzó con la costumbre de las pignatas, que en español significa “olla”.
Hace muchos siglos, en los pueblos italianos se acostumbraba que durante los días de Cuaresma se regalaba a los trabajadores agrícolas una olla llena de regalos. Aquí metían cosas de hogar y comida. Era algo así como una especie de aguinaldo o bono por su buen desempeño durante el año.
La tradición comenzó a moverse por Europa hasta llegar a España, donde los habitantes tomaban el primer día de la Cuaresma para otorgar las ollas. Cabe mencionar, que ningún lugar de Europa decoraba las ollas con adornos. Sin embargo, sí se le debe al viejo continente el hecho de “romper la olla”, que era como le decían a la apertura de regalos.
Muchos autores estipulan que las decoraciones de piñatas surgieron en China. Se supone que esta civilización realizaba una piñata en forma de vaca y la adornaban con papeles de colores y la rellenaban de semillas.
La gente rompía estas figuras con varas hasta romperla, y cuando salían las semillas quemaban los papeles. Las personas solían recoger las cenizas, ya que se consideraba un acto que traía suerte.
Después de la Conquista, los misioneros llevaron la costumbre a la Nueva España. Ya en el Nuevo Mundo, la tradición se llevaría a cabo en una de las fechas mexicanas que también contaba con tradición: la Navidad con sus posadas.
El Ex-Convento de San Agustín en Acolman, Estado de México, fue el lugar donde hace más de 400 años la primera piñata mexicana se elaboró. Hoy en día, esta tradición se sigue practicando durante las épocas decembrinas. Las piñatas varían en tamaños, formas y colores, pero siempre se hacen en base a la tradición de Acolman.
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