La Torre de los vientos, una escultura parte de la Ruta de la Amistad que existe para crear más arte e interactuar con el público.
La Torre de los vientos, a diferencia de las demás esculturas que conforman la Ruta de la Amistad, es la única que comprende la curiosidad y la necesidad de movimiento del espectador dentro del espacio. Es la única que, con estética minimalista, puede ser habitada en un espacio de 80m2 y muebles en su interior.
Armada en concreto colado con alma de vigas de PTR, se cree que tiene un promedio de vida de miles de años por la fortaleza de su construcción. Como si de esta manera se pudiera replantear la estructura social a través de un laboratorio experimental del arte contemporáneo; en la cual no sólo se puede pensar, también respirar con el corazón y las manos para suspender la jerarquía actual.
La Torre de los vientos, creada por el uruguayo Gonzalo Fonseca para el programa cultural de la Ruta de la Amistad, se encuentra a la mitad del Periférico y Zacatépetl. Pese a ser una representación simbólica del país natal del escultor, Uruguay, este sitio aprehendió la mexicanidad desde los Juegos Olímpicos de México en 1968.
Sin embargo, ante el mal uso de la instalación por parte de los habitantes de la zona –convirtiéndola en un improvisado baño público–, la escultura quedó abandonada durante 25 años. No fue sino hasta 1996 que el organismo internacional World Monuments Fund –WMF, por sus siglas en inglés– se encargó de proteger todos los monumentos de la humanidad que se encuentran a punto de desaparecer.
Desde entonces el lugar se convirtió en un laboratorio en donde el artista puede adueñarse de la torre para después compartir su obra con el auditorio. Y es que a diferencia de una escultura de museos o galerías, la escultura habitable tiene la función de existir para crear más arte y así entrar en contacto con el público.
Dirección: Periférico, Parques del Pedregal, Tlalpan, 14010
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