Un decálogo alternativo del buen ciudadano

Ser un buen ciudadano es una cuestión de decisión.

 

Vivir en una ciudad puede no ser sencillo, en buena medida por la cantidad de personas que convivimos diariamente en un mismo espacio. Sin embargo, no menos cierto es que nuestra realidad cotidiana es una especie de sistema que podemos intervenir y modificar, con una buena probabilidad de éxito a nuestro favor.

A continuación compartimos una serie de 10 recomendaciones un tanto distintas a las que habitualmente se han ofrecido al respecto de una buena convivencia.

El nuestro es un manual alternativo que, esperamos, sirva de inspiración para disfrutar, aún más, nuestra vida en la ciudad.

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-De vez en cuando, sal de tu zona de confort. Usa el metro para llegar a tu trabajo (o mejor aún, la bicicleta). Come en un lugar que no has probado. Aprende algo nuevo en un lugar cerca de tu casa (un idioma, una forma de ejercitarte, un oficio). Etcétera

-Si eres automovilista, cuida al ciclista y al peatón. A diferencia de ti, ellos no van en un transporte de metal sólido con un peso superior a los 500 kg.

-No tires basura en la calle, de ningún tipo.

-Sé amable. Con la gente en la calle, con tus compañeros de trabajo, con la persona que atiende en la miscelánea donde llegaste a comprar una golosina. Con todos, en la medida de lo posible.

-Si puedes, adopta un área verde. Tómate el tiempo de regar y cuidar el árbol que quizá esté frente a la puerta de tu casa, o la jardinera que rodea el edificio donde trabajas.

-En el transporte público, sigue algunas reglas básicas: recórrete hacia los espacios vacíos, no obstruyas las puertas de entrada y salida, viaja con tu mochila al frente o en la mano (con lo cual permites el paso y, al mismo tiempo, cuidas tus pertenencias), cede el asiento a quien lo necesita, y algunas más.

-Sé empático. ¿Qué sentirías tú si un claxon sonara a escasos metros de tus oídos? ¿O qué si fuera a ti quien le bloqueara el paso un automovilista que no respetó la luz roja? Nada agradable, ¿no? Pero qué, en cambio, si alguien te ofreciera una ayuda inesperada. Mejor, ¿no?

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-Si algo te gusta, compártelo. Quizá descubriste un rincón en tu barrio que tiene un encanto singular, o un sitio donde preparan el mejor café que has probado, una librería donde siempre te sorprende un hallazgo. Todo es mejor cuando se comparte.

-No dejes que la “pena” te limite. Si te encuentras con un invidente, pregúntale si puedes ayudarlo en algo. Si eres testigo de una injusticia y puedes intervenir, hazlo. Si te quedan dudas de un trámite, pregunta hasta que lo tengas claro. Usualmente la “pena” no sirve de mucho.

-Vive local. Haz tuyo el espacio donde se desarrollan tus días. Reconócelo, descubre su personalidad, quiérelo, ayuda a transformarlo. La ciudad es muy grande, al menos una pequeña porción te pertenece.


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