Desde 1968, sobre avenida Reforma, en una esquina del Bosque de Chapultepec, se encuentra el Pabellón Coreano.
Desde finales del siglo XIX, Occidente empezó a mirar con curiosidad a Oriente. Esto no significa que antes de este momento no hubiera un intercambio más o menos fluido.
En México, Acapulco, en el actual Museo del Fuerte de San Diego, un bello edificio con una base arquitectónica en forma de tortuga, podemos ver en algunas de sus salas, como la ruta del “Galeón de Manila” o la “Nao de China” desde 1565 en que Andrés de Urdaneta descubrió la corriente llamada “Tornaviaje” para volver de Oriente a México, tendió lazos entre estas dos remotas culturas.
En Occidente, Oriente, más precisamente el Extremo Oriente, es algo desdibujado. Las diferencias entre chinos, japoneses y coreanos, por dar un ejemplo, son muchas. Entre ellos se reconocen distintos, y al igual que nosotros podemos distinguir a un español de un alemán, o a un argentino de un peruano, ellos saben que un chino no es un coreano, ni un japonés, un vietnamita. Corea, es un país del que poco sabemos más allá de la conquista en diferentes mercados de Samsung, Daewoo o Hyundai.
Es un país con una historia milenaria, sembrada de vicisitudes y llena períodos brillantes como el de la poesía del siglo XIII en que se cristalizó la forma Sijô y circularon poemas como éste de Kim Gu (1488-1543):
De tanto
querer
que aquí sea allí
y allí aquí
Aquí
y allí
se hicieron
lejanos
Quisiera ser una mariposa
en permanente
vaivén
Hoy Corea como sabemos se encuentra dividida. La relación de Corea con México es cordial y fluida. En los últimos años se han publicado en México algunos libros de literatura coreana y el poderío de sus empresas se hace notar en la vida cotidiana de muchos mexicanos.
A la vista de todos y desde 1968, sobre avenida Reforma, en una esquina del Bosque de Chapultepec, se encuentra el Pabellón Coreano. La construcción es una replica de la pagoda donde se firmó la independencia de Corea del Sur. Se construyó pieza por pieza in situ. Fue un regalo que buscaba vincular a México y Corea en el marco de los juegos olímpicos de 1968.
El pabellón tiene vistosos azules, verdes y naranjas y es una muestra de la arquitectura que se desarrolló en Corea en el siglo VIII. El pabellón original se encuentra en el Jardín Central de Seúl. El del Bosque de Chapultepec, se localiza en la Primera Sección, dentro del Jardín de la Tercera Edad. En el año 2005 se hizo un considerable trabajo de remodelación a consecuencia de los daños ocasionados por estar a la intemperie y por desafortunados actos de vandalismo.
El Pabellón Coreano es un espacio de recogimiento. Se encuentra rodeado de vigorosos árboles, olmos, fresnos, cipreses o pinos que protegen y acompañan el lugar. A pesar de estar prácticamente pegado a una de las avenidas más importantes y transitadas de la Ciudad de México, resguardado por las trabes y columnas del pabellón, es posible sentirse aislado y contenido al mismo tiempo.
Hay, para quien se acerque y se detenga ahí, la posibilidad de respirar y mirarse a uno mismo, algo que las culturas de Extremo Oriente, conocen bien.
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