Las civilizaciones antiguas tenían una evidente pasión por la astrología: observar la posición de los astros, estudiar sus efectos sobre la Tierra en determinado intervalo de tiempo, definir las tareas primordiales que podían o no realizarse según la época, etcétera.
Gracias a esta observación de los movimientos astrales, se realizaron numerosas y muy precisas premisas espacio-temporales. Entre ellas se destaca la del calendario azteca, el cual precisaba el devenir de sus tierras; desde cuándo terminaba la época de lluvia hasta las temporadas secas ideales para practicar el arte de la guerra. Inclusive, se sabía cuándo honrar a sus dioses en función de los ámbitos que ellos patrocinaban en la tierra, cuándo debía temérseles evitando con ello la destrucción de sus pueblos, ciudades y el universo entero.
Ahora, a más de 200 años del redescubrimiento del calendario azteca –o Piedra del sol–, es posible establecer una relación estrecha, única e integral, entre la mitología, el conocimiento astronómico y la creación de cronologías calendáricas con base en las matemáticas. Quizá por esta razón, la estructuración de este calendario estuvo a cargo de sacerdotes, hechiceros y nigromantes, quien se encargaron de simbolizar, de manera cíclica, las experiencias y las dinámicas más trascendentales de cada grupo.
Hasta hace poco, el Instituto Nacional de Antropología e Historia liberó datos interesantes sobre ciertas investigaciones del calendario azteca. De entre ellos, hemos escogido cinco que seguramente recordarás la siguiente vez que veas alguna imagen de este almanaque prehispánico:
– Probablemente el rostro que se encuentra en el centro de la escultura es el dios del sol de los mexicas, Tonatiuh. Se trata de una de las deidades más importantes para los mexicas pues no sólo representa al sol, también la encarnación de la guerra como elemento renovador.
– Durante la gloria azteca, el calendario tuvo un uso horizontal –y no vertical, como se exhibe actualmente–. Fungía como plataforma de sacrificio de gladiadores, por lo que posee una cavidad que servía como depositario de corazones y sangre del guerrero vencido.
– De acuerdo con los registros de Fray Bernardino de Sahagún, autor de Historias de las Cosas de la Nueva España, cada mes del calendario azteca se relacionaba con una deidad:
MES I: Atalcahuallo (del 2 al 21 de febrero). Diosa patrona: Chachihuitlicue
MES II: Tlacaxipehualitzi (del 22 de febrero al 13 de marzo). Dios patrono: Xipe -Totec
MES III: Tozoztontli (del 14 de marzo al 2 de abril). Dioses patronos: Coatlicue-Tlaloc
MES IV: Hueytozoztli (del 3 al 22 de abril). Dioses patronos: Centéotl-Chicomecóatl
MES V: Tóxcatl (del 23 de abril al 12 de mayo). Dioses patronos: Tezcatlipoca-Huitzilopochtli
MES VI: Etzalculiztli (del 13 de mayo al 1 de junio). Dioses patronos: los tlaloques
MES VII: Tecuilhuitontli (del 2 al 21 de junio). Dios patrono: Huixtocihuatl
MES VIII: Hueytecuilhutli (del 22 junio al 11 de julio). Dios patrono: Xilonen
MES IX: Tlaxochimaco (del 12 al 31 de julio). Dios patrono: Huitzilopochtli
MES X: Xocotlhuetzin (del 1 al 20 de agosto). Dios patrono: Xiuhtecuhtli
MES XI: Ochpanitztli (del 21 de agosto al 9 de septiembre). Dios patrono: Tlazoltéotl
MES XII: Teotelco (del 10 al 29 de septiembre). Dios patrono: Tezcatlipoca
MES XIII: Tepeilhuitl (del 30 de septiembre al 19 octubre). Dios patrono: Tláloc
MES XIV: Quecholli (del 20 de octubre al 8 de noviembre). Dios patrono: Mixcóatl/Camaxtli
MES XV: Panquetzalitzli (del 9 al 28 de noviembre). Dios patrono: Huitzilopochtli
MES XVI: Atemotzli (del 29 noviembre al 18 de diciembre). Dios patrono: Tláloc
MES XVII: Tititl (del 19 de diciembre al 7 de enero). Dios patrono: Llamatecuhtli
MES XVIII: Izcalli (del 8 al 27 de enero). Dios patrono: Xiuhtecuhtli
Nemotemi: Cinco días considerados por los aztecas como vacíos o nefastos (del 28 de enero al 1 de febrero).
– Según los testimonios de Fray Diego Durán, en su Historia de las Indias de Nueva España, el calendario azteca se comenzó a tallar 42 años antes de la caída de Tenochtitlán. Fue el emperador Axayácatl quien mandó a hacer junto con el recinto Cuauhxicalco, para colocar el calendario en su interior. Se cree que la roca basáltica fue tallada por el artista Técpatl.
-El 17 de diciembre de 1790 se redescubrió la Piedra del sol, mientras se igualaba el suelo de la Plaza Mayor para construir ductos de aguas subterráneas. Según la crónico de Antonio de León y Gama, el calendario “casi tocaba la superficie de la tierra, la que se veía por encima sin labor alguna, pero en la parte de abajo que asentaba en la tierra, se descubrían varias labores”. Ante el hallazgo, el virrey Revillagigedo decretó que se tomaran las medidas necesarias para garantizar su perpetua conservación como parte de “los monumentos preciosos que manifiestan las luces que ilustraban a la nación indiana en los momentos anteriores a su conquista”. Permaneció en el exterior de la torre poniente de la Catedral metropolitana durante casi 100 años; y en 1887 se trasladó al Museo Nacional en la calle Moneda, justo en la Galería de los Monolitos que fue inaugurada por Porfirio Díaz.
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