El Estadio Azteca: Monumentalidad y arquitectura en tiempos modernos

El Estadio Azteca fue creado con una estética de poder, la cual le daría la relevancia necesaria para su momento en la historia.

 

Las décadas anteriores a los años setenta marcaron a México por su relevante crecimiento económico y poblacional. Esto trajo consigo la necesidad de invertir en las ciudades principales con la creación de mayor infraestructura, edificios públicos administrativos, institucionales y de servicios sociales, así como proyectos de vivienda a mayor escala.

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Estas construcciones llevaron a un rápido progreso de las ciudades logrando que México pareciera estar a la altura de los países más desarrollados con un alto crecimiento económico. Es entonces cuando se elige como sede de los juegos olímpicos de 1968 y la copa mundial de 1970. Ante el reto de posicionarse frente al mundo como un país primermundista y demostrar su capacidad para albergar estos eventos, se crean proyectos monumentales de arquitectura, arte y diseño gráfico.

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propuesta gráfica desarrollada por el diseñador gráfico Lance Wyman

Uno de estos proyectos indispensables para la realización de ambos eventos fue la construcción de un estadio de fútbol que tuviera una capacidad de más de 100 mil espectadores. Como punto estratégico, se elige su emplazamiento en los antiguos terrenos ejidales del pueblo de Santa Úrsula Coapa en Coyoacán, un terreno plano sin edificaciones aledañas con la intención de resaltar aún más el proyecto como símbolo de imponencia de la ciudad.

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La propuesta ganadora, proyecto de Pedro Ramirez Vazquez y Rafael Mijares Alcérreca, fue elegida no tanto por su esteticidad, si no por su funcionalidad ya que al no tener soportes la estructura para la techumbre en el interior, se permitía una completa visibilidad para todos los espectadores, convirtiéndose en el Estadio más grande de América y del mundo en ese entonces.

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Al quedar la estética en segundo plano, la importancia fue mostrar a través del proyecto aires de grandeza y poder, no sólo con su tamaño si no con la misma estructura completamente visible desde la fachada que logra darle esta fuerza al proyecto.

La fachada está conformada por columnas de concreto reforzado que soportan el sistema de gradas de concreto pretensado, así como la techumbre de acero laminado. Estas columnas imponentes que llevan un ritmo continuo, se van abriendo hacia arriba logrando aparentar una estructura ligera que contiene todo el proyecto y que se pierde al momento de estar dentro para apreciar entonces un espacio completamente libre y abierto.

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Frente a la fachada, el acceso principal se enfatiza con el “Sol Rojo“, obra del escultor estadounidense Alexander Calder. La monumentalidad de la pieza logra imponerse ante el proyecto haciendo referencia a la importancia de la integración plástica como parte del diseño arquitectónico. De aquí se llega al interior por medio de escalinatas y una serie de rampas que conectan los distintos niveles dentro del estadio logrando una fácil accesibilidad a todas las zonas y un mejor funcionamiento para la gran capacidad de usuarios.

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La conectividad y funcionalidad dentro del proyecto se pierde a mayor escala, la falta de relación con el entorno genera problemas de accesibilidad e integración al contexto urbano por la diferencia de escala.

Aún así, este proyecto es un ejemplo importante de arquitectura de la última etapa de modernidad funcionalista en México donde se buscaba resaltar y demostrar un avance importante en la tecnología y el diseño ante el mundo. Hoy en día, el Estadio Azteca está siendo remodelado con motivo de sus 50 años buscando nuevamente integrar tecnologías que posicionen a México como un país globalizado.

 

Autora: Marcela Olmos Pérez


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