Una de las mejores formas de viajar en metro y evitar contratiempos, sinsabores y malos ratos es hacerlo bajo la premisa de que se trata de una criatura viva, un ente con sus propios ritmos, sus rasgos de personalidad, sus fobias y sus filias. Esta metáfora de la imaginación tiene en realidad un fundamento simple: somos los propios usuarios quienes proyectamos nuestras maneras de ser, nuestra personalidad y nuestros hábitos al transporte y de ese modo, aunque suene un tanto extraño, le damos vida.
Quizá por eso, tal y como sucede con una persona, para conocer realmente el metro de la Ciudad de México debemos pasar tiempo en él. Inteligentemente. Por ejemplo, procurar usarlo en casi todos sus horarios y en casi todas sus líneas. Así, cuando llegue el momento en que lo necesitemos, sabremos cuál es el horario pico, si sus pasajeros son mayoritariamente obreros o estudiantes, si a esa hora está tranquilo, etc.
La Línea 3, por poner un caso, de lunes a sábado, entre las 7 y las 10 de las noche es más o menos impenetrable de Universidad a Indios Verdes. Si pasa que fuiste a la Cineteca Nacional y saliste a esa hora de ver tu película, quizá para regresar a casa tendrás que esperar a que se desahogue la afluencia o soportar un buen periodo de apretujamiento y estrés.
Los usuarios de la línea 7 puede dividirse en dos grandes grupos: obreros y oficinistas, y es interesante observar cómo cada uno de estos va creciendo o decreciendo según las estaciones del recorrido y el momento del día. En la mañana y la tarde-noche ambas poblaciones conviven más o menos equilibradas, al menos hasta la estación Polanco, a partir de la cual y hasta Barranca del Muerto la población godínez es mayoría.
La línea 1 es quizá el verdadero mosaico demográfico de la capital, pues debido a su longitud y a la distribución de las zonas que atraviesa, parece que recoge y despacha a buena parte de los sectores que componen la población citadina. En fin de semana, por ejemplo, en torno a Chapultepec se agrupa el sector familiar. Casi todos los días, entre la tarde y la hora de cierre, Insurgentes es el foco de la población homosexual. Entre Pino Suárez y Balbuena viaja una buena muestra de la clase media capitalina. Y en el resto del trayecto es posible entender a qué se refiere el concepto de “ciudades dormitorio”.
Para algunos, la observación es la base del conocimiento, pero quizá cabría añadir que lo es, sobre todo, de la experiencia.
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