Hasta el siglo XVIII era costumbre enterrar a los muertos en el interior de las iglesias. Se creía que esta era la mejor forma de resucitar y llegar al cielo después del juicio final. Se enterraba a la gente detrás de los muros o debajo del suelo, o si se contaba con bastos recursos económicos casi en el atrio principal. A finales del siglo XVIII el arzobispo en turno manifiesta la necesidad de enterrar a los difuntos en cementerios para evitar contagios, enfermedades y también los malos olores característicos.
La historia de San Fernando comienza en 1713 cuando se construye este panteón para enterrar a los frailes fernandinos, una rama de los franciscanos, quienes vivían en el convento, el cual abarcaba la mayor parte de la colonia Guerrero.
En el sinnúmero de cédulas, permisos y decretos figura el año de 1832 como fecha de inauguración en la categoría de panteón público. Por su ubicación y debido al cuidado con que se mantenía, pronto se convirtió en el lugar de descanso para personas ilustres de la vida mexicana del siglo XIX. Políticos, militares, gobernantes y grandes personalidades de la sociedad decimonónica fueron enterrados aquí.
San Fernando estuvo administrado por los frailes fernandinos hasta que en 1860 Juárez expide las leyes de Reforma y todos los panteones pasan a ser propiedad del gobierno, a partir de aquí el ayuntamiento tomó el mando de San Fernando y lo declaró Panteón de Hombres Ilustres. Gran parte del convento fue derribado, sin embargo, la iglesia y el panteón fueron respetados. El resto del terreno fue fraccionado y los lotes vendidos, lo que dio lugar al nacimiento de la colonia Guerrero.
En 1871 el Ministerio de Gobernación dispuso la clausura de los panteones dentro de la ciudad. Desde entonces San Fernando cerró sus puertas, haciendo sólo una excepción en 1872 para enterrar al entonces presidente Benito Juárez.
En 1935 fue declarado monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. En 2006 se convirtió en museo de sitio. Es el cementerio más representativo de la arquitectura y arte funerario del siglo XIX en México y en la mayoría de sus lápidas se puede ver el romanticismo característico de este siglo.
San Fernando representa el destino final de los restos de grandes hombres de la historia de nuestro país. El más visitado del museo es Benito Juárez, que está enterrado en un mausoleo familiar junto a su esposa y cinco de sus doce hijos. También es recurrente encontrar gente viendo las tumbas de Ignacio Zaragoza, Sebastián Lerdo de Tejada, Melchor Ocampo, Ignacio Comonfort, José María Lafragua, el actor Antonio Castro, el pintor Joaquín Ramírez, entre otros. Muchos de los personajes que fueron enterrados originalmente aquí, ahora descansan en otras partes del país, como por ejemplo Vicente Guerrero.
Como dato curioso cabe mencionarse que en 1928 apareció una mañana en la placa del nicho 19 el nombre de la bailarina clásica Isadora Duncan, que nada tuvo que ver con México, de hecho ni siquiera estuvo de visita en el país ni murió aquí. Este es uno de los misterios del panteón, se dice que la placa fue pintada por admiradores suyos, uno de los más sospechosos fue Plutarco Elías Calles.
Donde hoy es la explanada del museo se organizan continuamente exposiciones, presentaciones de libros, conferencias, obras de teatro, talleres infantiles y visitas guiadas muchas veces caracterizadas. El panteón está abierto al público en general de Martes a Domingo de 9:00 a 17:00 hrs. Está ubicado en la Plaza de San Fernando núm. 17 en la colonia Guerrero.
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