En los últimos meses nuestra megalópolis ha presentado graves problemas de contaminación atmosférica. Se declararon ya en un par de ocasiones estado de contingencia al rebasar los 20 puntos de PPM que recomienda la OMS como el máximo de exposición a los contaminantes, lo que llevó a implementar medidas extraordinarias –entre ellas el No Circula que estará en regla hasta el 30 de junio– que ayudaran a redimir considerablemente los efectos nocivos y sus posibles problemas de salud pública.
Ante una grave calidad de aire en la Ciudad de México, el gobierno de la capital medita sobre la posibilidad de instalarse megapurificadores de aire como los que han sido de provecho en ciudades como Medellín y Bogotá.
Los megapurificadores de aire son una especie de ventiladores gigantes, un dispositivo que elimina los elementos contaminantes, tóxicos, humos, partículas, presentes y/o suspendidos en el aire para que de esta manera se pueda emitir aire purificado para sesenta mil personas, alcanzando un radio de varios metros a la redonda.
De ser un hecho el proyecto, se llevará ante el Comité Científico-Técnico de Vigilancia sobre Contaminación Atmosférica de la CDMX para revisar la viabilidad y sustento de la propuesta y de esta manera atender directamente al problema de la contaminación que desgraciadamente ciudades como la nuestra ignoran, dejando entrever la poca o nula educación ambiental y responsabilidad social que tenemos como urbe.
Cuando la ciudad se declara en Contingencia Fase I, se sabe que la calidad del aire es muy mala y se pone en grave riesgo la salud de la población en general, por ello es preciso atender a las medidas de salud que sugiere el IMECA.
Si bien el proyecto suena afable, nosotros mientras podemos contribuir en lo posible y a nuestro modo, como por ejemplo viajes compartidos, caminar y usar la bici, evitar el automóvil en la medida de lo posible y crear espacios ecológicos como azoteas verdes.
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