Por experiencia muchos sabemos que la Ciudad de México no es precisamente la ciudad donde se encuentren los mejores conductores de automóvil del mundo, los más cuidadosos, los más precavidas, los que más respetan el reglamento vigente. Nuestra realidad cotidiana es otra, y basta transitar cualquier mañana por un crucero especialmente concurrido para levantar registro de las múltiples y muy variadas malas prácticas en las que el automovilista capitalino promedio incurre habitualmente. Como peatones, ciclistas o conductores nos damos cuenta de ello y de las consecuencias que esto genera.
Desde cierta perspectiva dicho comportamiento puede ser comprensible, pues las dimensiones de la ciudad, la cantidad de automóviles que circulan diariamente, las peculiares circunstancias en que ocurre dicho tránsito y más se conjugan para ofrecer un panorama poco propicio para una conducción serena, respetuosa y consciente. Es entendible, pero no justificable. Es decir, que la ciudad sea caótica, por ejemplo, no nos exime de nuestra propia responsabilidad de no solo no contribuir a dicho caos sino además hacer lo posible por contrarrestarlo.
Existe una práctica sumamente sencilla que puede evitarnos decenas de accidentes en nuestro conducir cotidiano pero que, paradójicamente, muchos automovilistas dejan de hacer. ¿De qué se trata? Del simple hábito de mirar por los espejos antes de dar una vuelta con el coche. Sí, suena obvio, pero quizá lo es tanto que muchos conductores lo han automatizado hasta el grado contradictorio de desaparecerlo de sus acciones habituales al frente del volante.
Si estás estacionado y vas a salir, mira antes por el espejo. Si estás atorado en un embotellamiento y vas a cambiar de carril, mira antes por el espejo. Si vas a descender de tu automóvil, mira antes por el espejo. ¿Por qué? Sencillamente porque no sabes si viene otro automóvil, si una bicicleta está por pasar a tu lado o si existe otro de los cientos de factores que pueden converger en ese instante en que decidiste dar un cambio de dirección.
¿Te parece simple o una obviedad? Pon atención a cuántos automovilistas dan una vuelta sin antes espejear y quizá te darás cuenta de que no lo es tanto.
Leave a Reply