En nuestra época es bien sabido que el comercio tiende a estar concentrado en las manos de unos pocos que, por su tamaño económico, terminan absorbiendo buena parte de las posibilidades de distribución, compra y venta de todo tipo de mercancías, desde las más básicas hasta las más especializadas.
Así, por ejemplo, no es extraño que en el lugar donde, desde siempre, identificamos una tienda de abarrotes, una jarcería, un expendio de pan, una tlapalería, una papelería o algún otro establecimiento afín, con el tiempo lo encontremos reemplazado por una sucursal más de una cadena especializada en dichos productos, con la consecuencias que ello implica para la economía familiar de quienes dependían de esos negocios y, por otro lado, local de quienes ahí compraban.
Como respuesta a esta inclinación del sistema en el que vivimos han surgido varias alternativas y propuestas que, según el punto en el que se sitúan, buscan resistir, hacer frente o de plano incidir en una posible transformación del modo de vivir y ejercer la economía.
Tal es el caso de “La Popular”, una tienda cooperativa inaugurada recientemente nada menos que en el corazón de Tepito, el llamado “Barrio Bravo” que ya desde tiempo prehispánicos era conocido por ser una zona de comerciantes, herencia que mantiene hasta la fecha.
Como sabemos, el modelo de una cooperativa implica la distribución equitativa de las ganancias para todos los que se involucran en el trabajo cotidiano y, en otro aspecto, la comercialización de sus productos también a un precio razonable, justo. Y ese es el espíritu de La Popular, que de inicio venderá medicinas y otros artículos de primera necesidad a bajo costo.
Esta iniciativa, por otro lado, es amplia, pues la cooperativa del Barrio Bravo es la primera de otras 10 similares que han comenzado a inaugurarse en las colonias Guerrero, Tlatelolco, Centro, Garibaldi y Buenavista, todas dentro los límites de la delegación Cuauhtémoc y todas también en zonas populares.
El propósito de La Popular y sus cooperativas hermanas es brindar empleo a personas de las colonias donde se encuentran la tienda, beneficiar a los vecinos con productos de primera necesidad ofrecidos a precio justo y, como resultado de esto, fortalecer los lazos sociales y comunitarios de las zonas donde se asientan los establecimientos –algo que no necesariamente ocurre con establecimientos de cadenas comerciales grandes.
Se trata, en suma, de una propuesta que aunque tiene que navegar a contracorriente, parece tener un buen futuro asegurado.
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