A través del empoderamiento y el “embodiment” estas pintoras mexicanas de lo abstracto tomaron posesión de sus propios cuerpos y espíritus de mujer, conócelas.
Debo admitir que nunca tuve un gran interés por el arte abstracto, hasta que fui al Atelier Brancusi con mi hermana, una auténtica conocedora del escultor, pintor y fotógrafo rumano. Ella me enseñó los diseños vivos y románticos de este pionero modernista, quien a través de patrones cromáticos, formales y estructurales resaltaba sus tradiciones natales.
A través de la pasión de mi hermana, comencé a identificar tanto el contexto como el significado de lo abstracto. Descubrí que los artistas de esta corriente tienen el objetivo de convertir en símbolo una traza de referencia. Como es el caso de los artistas abstractos mexicanos, quienes intentan reducir a símbolos abstractos la compleja experiencia de la mexicanidad.
Tras investigar un poco sobre el tema, noté que no fue suficiente que surgiera este grupo de artistas mexicanos abstractos, pues de ahí mismo surgió una ola de artistas mexicanas abstractas que, decididas a retomar la fuerza del feminismo y empoderarlo a través de símbolos.
Estas mujeres, como Irma Palacios, Susana Sierra, Ilse Gradwhol, Teresa Velázquez y Beatriz Zamora, se rebelaron no sólo contra la academia artística de predominancia masculina, también contra lo que Marcela Lagarde describió como los estereotipos-cautiverios de las mujeres: “las madresposas, monjas, putas, presas y locas”.
De acuerdo con el autor y profesor de la Universidad Autónoma de México –UNAM–, Salvador Mendiola, estas mujeres alcanzaron una construcción de nuevas imágenes de la existencia tanto artística como mexicana. Ellas buscaron “imágenes de autoconciencia feminista, imágenes liberadoras de nuevas posibilidades, imágenes (des)constructoras de injusticia contra las mujeres.” Ellas no sólo buscaron simbolizar la cotidianidad desde un discurso crítico de la normatividad, también tejieron nuevas articulaciones y vivencias que elaboraron nuevas imágenes de vida de las mujeres en la actualidad.
Es decir que a través del empoderamiento y el embodiment –traducido por Mendiola como “incorporamiento”–, estas artistas mexicanas de lo abstracto tomaron posesión de sus propios cuerpos y espíritus de mujer, para convertirlo en trabajo limpio, bello, puro. Ellas ya no son “madresposas”, sino mujeres que se vuelcan en su obra. Entonces, se pregunta el autor, ¿cuál es la relación existente entre la mirada y el embodiment, expresado en el arte hecho por las mujeres?
Es sencillamente la obra que se produce a través de la reproductividad, de esta necesidad de crear un ser similar a sí con el fin de expandir la experiencia de ser una mujer en un mundo falocéntrico y heterogemónico. Son ellas las que transmiten a través del arte, el mensaje del feminismo mexicano, aquel que busca la equidad de sexos, el respeto a la diversidad sexual, la seguridad de saberse mujer sin sentirse, ni siquiera un poquito, en desventaja o menospreciada, la libertad de vivir una vida libre de estereotipos femeninos –estos patrones de conducta sobre cómo debería comportarse una mujer–. Mendiola continúa definiendo: “En ella se funda la posibilidad heurística de re-situar y realizar la persona y a la personalidad de el/la sujeto/a de la liberación feminista. El cuerpo de la persona artista se auto inventa a partir del cuerpo de la obra que produce.”
La existencia de estas mujeres creadoras de arte abstracto indica la necesidad de realizar un acto de transformación tanto personal como colectiva, en donde, a diferencia de Brancusi, se pretende reivindicar a una sociedad de violencia hacia hombres y mujeres. Y qué mejor manera de hacerlo que a través de una de las corrientes artísticas con mayor fuerza, poder y desarrollo, la abstracción.
Conoce más sobre cada una de estas mujeres, artistas mexicanas abstractas:
Irma Palacios
Susana Sierra (de filósofa taoísta y abstraccionismo lírico)
Ilse Gradwohl
Beatriz Zamora o “La dama de negro”
Twitter de la autora: @deixismj
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