“Se es o no se es”, así es como Flavio González Mello, dramaturgo, director y guionista mexicano, tradujo la famosísima frase del monólogo del príncipe danés en Hamlet de William Shakespeare. Este espíritu atrevido y experimental es quizá lo que define la puesta en escena de la tragedia isabelina que, a partir del 6 de mayo y hasta el 19 de junio, podrá verse en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, en el Centro Cultural Universitario de la UNAM. Las funciones serán de jueves a domingo a las 18:00 horas.
Esta nueva versión de la historia de Hamlet (en realidad el reestreno de la puesta en escena que en 2015 dirigió González Mello con un elenco distinto), es contada desde el punto de vista de los dos enterradores que aparecen en la obra (con todo lo que esto implica), y representada por un grupo de actores que incluye a Pedro de Tavira (como el príncipe Hamlet), Jorge Ávalos, Emilio Guerrero, María Isabel Benet, Diego Garza, Raúl Briones, Omar Medina y Sofia Sylwin; estos ocho actores intercambian sus papeles a lo largo de la función, logrando representar así a los cerca de treinta personajes que aparecen en el texto original de Shakespeare.
Después de siglos de versiones, montajes, lecturas y relecturas de este clásico del teatro, González Mello nos pone enfrente una nueva versión, una ecléctica paráfrasis, que se caracteriza por un notable sentido del humor y de la ironía, pero sobre todo, por un brillante uso del lenguaje (una tarea nada fácil tratándose de un texto escrito en un inglés del siglo XVII): la obra echa mano de las típicas frases de doble sentido del teatro isabelino, y las traduce al lenguaje del slang y el típico albur mexicano, resultando en expresiones atinadas, graciosas y perfectamente actuales, dichas por personajes que serían cómicos si no fueran tan irónicos.
Quizá uno de los más grandes aciertos de esta adaptación de Hamlet es la escenografía realizada por Mario Marín del Río que, a lo largo de tres actos, requiere que la audiencia se mueva de lugar y de perspectiva; primero, es posible ver la historia desde la superficie, desde afuera de la tumba, pero poco a poco el público va sumergiéndose en los inframundos de la historia, en capas inferiores que tocan el tono y la narrativa, para finalmente ver el tercer acto desde dentro de la tumba: el hoyo en la tierra en el que acabarán casi todos los personajes de la tragedia. Esta posibilidad de ver la obra desde distintos lugares no se reduce solamente a la espacialidad o la estética del montaje, sino también a la perspectiva más esencial y emocional de la narración: un recurso que termina siendo impresionante y que permite a la audiencia una fuerte intimidad con la historia y sus protagonistas, haciendo de ésta una puesta en escena profundamente conmovedora.
González Mello también logró conservar atinadamente el juego de espejos de la tragedia de William Shakespeare con recursos aparentemente sencillos, pero perfectamente manipulados; la obra dentro de la obra, la “ratonera”, la trampa que pone el joven Hamlet a su tío y a su madre, es un gran ejemplo de esto.
A pesar de ser una obra larga (dura cuatro horas con todo y sus dos intermedios), el ritmo y el humor resultan ciertamente refrescantes, haciéndola ágil y ligera. Sin duda, el Hamlet de Flavio González Mello es una adaptación del gran Shakespeare que no hay que perderse.
Para más información consulta: www.teatro.unam.mx
Fotografías de Miguel Díaz.
Twitter de la autora: @imissmaria
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