5 tesoros de la naturaleza en CDMX

“En cuanto tocamos la naturaleza nos limpiamos”, dijo alguna vez el médico, pensador y escritor Carl Jung. Observar una flor, escuchar el agua de un río en movimiento o tener ante nosotros un bosque y una gran montaña nos permite entrar en contacto con nuestra parte más espiritual, y entrar en un estado de contemplación.

Quienes estamos acostumbrados a vivir en las grandes ciudades, como es el caso de los habitantes de la Ciudad de México, a menudo olvidamos la vital importancia de estar en contacto con el mundo natural: plantas, animales y presencias geográficas como ríos, montañas y lagos. Por suerte, nuestra inconmensurable metrópolis también es hogar de tesoros naturales, a veces olvidados y pasados por alto, que vistos con una mirada atenta podrían regalarnos un poco de paz en medio del movimiento y el estrés de nuestra vida cotidiana en la megalópolis.

Hemos escogido cinco elementos geográficos (volcán, cerro, río, lago y bosque) que habitan, silenciosos, nuestra ruidosa ciudad capital:

El Ajusco, parte de la cadena montañosa que atraviesa el sur de la Ciudad de México, es un volcán extinto cuyos picos constituyen el punto más alto del la capital. Sus alrededores ofrecen un delicioso paseo entre bosques y verdes valles que ven, desde las alturas, a una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo.

 

El Río Magdalena es uno de los únicos dos cursos que aún corren a cielo abierto en la Ciudad de México. Este cuerpo de agua, uno de los pocos sobrevivientes en la ciudad, nace en el cerro de San Miguel para atravesar los Dinamos; sus alrededores estaban, en tiempos prehispánicos, llenos de altares al dios de la lluvia, Tláloc. A pesar de que una buena parte del cauce de este río, donde sus aguas son aún prístinas, es una reserva natural, éste se encuentra en serio peligro por la contaminación causada por la mancha urbana.

 

Localizado dentro de uno de los más bellos bosques en la Ciudad de México, el Cerro de Chapultepec no sólo es un lugar hermoso, adornado con un castillo y un lago, es también uno de los espacios naturales con más historia del territorio capital. Conocido también como el Cerro del Chapulín, esta hermosa elevación geográfica aún conserva en sus laderas algunos de los ahuehuetes que fueron plantados por órdenes del Tlatoani Moctezuma Ilhuicamina, padre del último gran emperador azteca Moctezuma II.

 

El Bosque de Tlalpan, un área protegida al sur de la Ciudad de México, es hogar de más de 250 hectáreas de zona boscosa, entre bosque natural y zonas de viveros que fueron plantados hace décadas. Este hermosísimo espacio fue formado por la erupción de Xitle (al igual que el Pedregal de San Ángel) y dentro de él, se han encontrado vestigios del pasado prehispánico de la ciudad como basamentos, acueductos y depósitos de agua.

 

Hogar del legendario axolote, el Lago de Xochimilco y sus laberínticos canales tienen una historia larga y compleja. Uno de los paisajes más bellos y representativos de la ciudad capital, este lago alguna vez tuvo una extensión mucho mayor, que cubría gran parte de lo que hoy son Iztapalapa y Coyoacán. El uso agrícola por medio de chinampas que se le dio durante el periodo prehispánico hizo que en 1987 fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

 

 

Twitter de la autora: @imissmaria

 


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