El Librorum Prohibitorum et Expuratorum o Índice de libros prohibidos fue creado en el año 1559 por la Sagrada Congregación de la Inquisición y era tan voluminoso que llegaba casi a las mil páginas.
En nuestro país al igual que en España, la Inquisición (fundada en 1571) era la encargada de realizar la censura de los libros, en México estaba bajo el mando de los dominicos, una de las órdenes religiosas mejor preparadas académicamente. Todos tenían una licenciatura o doctorado en teología por la Real y Pontificia Universidad de México por lo que el respaldo académico de sus decisiones era intachable.
En el listado oficial de los textos prohibidos se condenaban frases, imágenes, títulos y autores. Se daban instrucciones claras para que los censores supieran qué frases o párrafos tachar y qué libros confiscar en su totalidad.
Leer cualquiera de estos libros prohibidos implicaba que la persona que fuera descubierta haciéndolo tendría que enfrentar cargos ante la Santa Inquisición. La mayoría de los castigos implicaban la excomunión mayor, es decir, la expulsión del cristianismo, con todas las implicaciones que un castigo así tenía en aquellas épocas.
La Inquisición perseguía múltiples delitos, pero el de los libros prohibidos ocupaba el lugar número cinco de la lista. Existían tres categorías de prohibición:
- Los libros prohibidos incluso para los que tenían licencia para leer libros prohibidos.
- Los prohibidos en su totalidad.
- Y los mandados a expurgar, es decir, aquellos que sólo contenían palabras o párrafos censurados.
A pesar de que durante el virreinato el acceso a la lectura era muy difícil porque los libros eran un privilegio de ciertas clases sociales ya que además de caros poca gente sabía leer, el interés por conocer obras prohibidas llevó a los lectores a ingeniárselas para obtener materiales considerados como prohibidos por lo que existió una amplia red de contrabando dentro de los barcos que llegaban a la Nueva España para evitar el paso por la aduana, como por ejemplo pasar los libros dentro de barricas de vino, toneles de fruta seca o en cajas de doble fondo. Eran mercancías muy bien pagadas por lo que el riesgo valía la pena.
Hablando en términos generales se puede ver una tendencia de libros prohibidos en cada siglo; por ejemplo en el siglo XVI las obras censuradas fueron aquellas que alentaban el luteranismo, en el XVII las publicaciones de las “falsas ciencias” y en el XVIII las de autores de la Revolución Francesa.
Entonces como vemos la mayor parte de los “crímenes por libros” estaba encabezada en un principio por los escritos de Martín Lutero. La Iglesia apostaba por la idea de que el público no tenía por qué enterarse de las diferencias teológicas en la Iglesia. Otros autores prohibidos en este periodo fueron Erasmo de Rotterdam y François Rabelais.
Martín Lutero
En el siglo XVII por ejemplo se prohibió a Galileo por su teoría heliocéntrica y a Copérnico por su obra Des revolutionibus orbis coelestium. También en este siglo se prohibió leer a Descartes y Thomas Hobbes.
Galileo Galilei
En el siglo XVIII la imprenta estaba en su máximo esplendor en Francia. Los revolucionarios publicaban libros en español y los enviaban a España y sus colonias por lo que las ideas de Voltaire, Rousseau y Diderot, a pesar de estar prohibidas, fueron penetrando poco a poco en el imaginario de la gente que lograba leerlos.
También en este siglo se prohibió la novela Les liaisons dangereuses escrita en 1781 por Pierre Ambroise Francois Chordelos de Laclos, un general del ejército napoleónico. Este libro sería la inspiración de la película de 1988 “Relaciones peligrosas” estelarizada por John Malkovich, Glenn Close y Michelle Pfeiffer.
Hay que mencionar que no sólo se prohibían los libros que atacaban a la Iglesia, sino incluso aquellos que reafirmaban sus dogmas. Un ejemplo de esto es la Biblia que fue prohibida en el siglo XVI bajo el argumento de que su contenido se prestaba a malas interpretaciones. Fue nuevamente permitida hasta el siglo XVIII.
La Santa Inquisición desapareció por completo de nuestro país en 1820 pero estos índices de libros prohibidos se mantuvieron vigentes en el Vaticano hasta 1966 donde se fueron incluyeron varias obras del siglo XIX de autores como Víctor Hugo, Stendhal, Immanuel Kant, Gustave Flaubert y hasta varios textos escritos en 1963 por Alexandre Dumas hijo.
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