El Ankoku Butō, también conocido como Butoh, es el espejismo de la danza y el teatro cuyos orígenes se remontan en el Japón de la postguerra. Como una búsqueda de generar un nuevo cuerpo, de estos seres que llenaban las calles con el cuerpo quemado, los globos oculares reventados y colgando sobre las mejillas.
El nombre deriva de un abanico de técnicas de danzas creadas en la década de los 50, cuando Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, tuvieron que enfrentarse física y emocionalmente a los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Quisieron darle vida al cuerpo de la postguerra, de los sobrevivientes del holocausto nuclear, a través de una danza hacia la oscuridad.
Alcanzando la base de la cultura japonesa mediante mitos, cuentos populares, tradiciones arcaicas y demonios, el butoh pretende lidiar con los tabúes de una sociedad que reprime la naturaleza en el hombre. Es la expresión de lo sexual, la angustia, la tristeza; es naturalizar cada parte de la esencia humana como una forma de vida.
A través de movimientos lentos, expresivos e imaginativos, el butoh pretende explorar los aspectos fundamentales de la existencia humana; principalmente la transición entre los estados anímicos y la forma física del cuerpo humano. De hecho, y de acuerdo con las maestras y coreógrafas que trajeron a América Latina el Butoh, Makiko Tomonaga y Minako Seki, esta danza es una reflexión del cuerpo sobre el cuerpo y el lugar que ocupa en el cosmos.
No requiere de decoración ni vestuario determinado, pues la improvisación es una de los principales aspectos de esta danza. Los bailarines expresan la transición entre los estados anímicos a través de desnudos y pintados de blanco, como una manera de liberar al cuerpo del pensamiento: “No hablar a través del cuerpo, sino que el cuerpo hable por sí solo.”
El butoh llegó primero a AL –en Chile y luego Argentina– a finales de la década de los 80; sin embargo, la danza cobró un fuerte impacto en México al grado de encontrar la necesidad de crear un Festival Internacional en México para reunir artistas e intelectuales para profundizar en el análisis, práctica y gozo de esta danza. Paralelamente, se han ido creando compañías en donde no sólo imparten clases, también forman a profesionales y promotores de esta danza; como por ejemplo la Compañía LEDTR de Eugenia Vargas.
En México puedes encontrar clases en Danza Teatro Ritual, Butoyolotl y Casa del Teatro.
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