Es cierto: el trueque ha sido una de los medidas más eficientes para adquirir objetos con la premisa de que absolutamente todo sirve. A diferencia del comercio o consumismo, el trueque nos permite compartir y dejar que nos compartan cualquier clase de objeto, pero sobre todo permite establecer flujos de empatía entre la comunidad.
Algo de esto tienen las bicilibrerías que están merodeando por la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México. Se trata de una iniciativa creada por la Cafebrería el Péndulo en conjunto con las autoridades de dicha delegación.
La idea por supuesto es obvia; engendrar interés por nuevas lecturas con la premisa principal de que intercambies los libros que has leído por algunos nuevos que no conoces. “Se cambian novelas, epopeyas, cuentos, poesía que tengaaaannn” es la frase que escucharás en la calle que te permitirá ubicarlas.
La bicilibrería es como cualquier otro carrito que compra chatarra o vende tamales en las calles, solo que trae libros: un acervo de 150 donados por El Péndulo, 50 por Algarabía y otros 30 por la biblioteca de la delegación. En el momento en que intercambies algún libro, la persona encargada te hará una invitación a las demás actividades que preparará El Péndulo en diferentes espacios públicos, entre las que destacan sus talleres, lecturas y cuentacuentos.
Si se piensa bien, la bicilibrería ciertamente podría beneficiar a categorías de la literatura que no han tenido mucha popularidad entre los mexicanos lectores y al fin darlas a conocer. Como es el caso (lamentablemente) de la literatura contemporánea nacional. ¿Hace cuánto que no lees algo escrito por mexicanos? ¿Serías capaz de nombrar por lo menos a tres escritores contemporáneos mexicanos? Si vives o concurres la zona, estate atento al grito de la bicilibrería.
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