Los secretos que guarda el campanario de la Catedral Metropolitana

¿Sabías que las campanas de la catedral tienen nombres y guardan en su historia increíbles anécdotas?

 

Poco después de la conquista española sobre el pueblo de Tenochtitlán, se propuso levantar en el centro de la ciudad una catedral que fungiera como la sede de la reciente Arquidiócesis de la Nueva España. Las obras de construcción dieron inicio en 1571, y terminaron al cabo de más de dos siglos, en 1813.

En cuanto terminó de edificarse el primer cuerpo de la torre de oriente, el virrey mandó colocar las campanas, aún antes de que se cubriera este primer cuerpo. La primera campana fue colocada por el duque de Albuquerque. Fue fundida de un cañón que Hernán Cortés prestó especialmente para eso, en una casa que se encontraba cerca de la Catedral.

A esta iglesia se le conoció como “iglesia vieja”, pues en 1626 se tuvo que demoler. Sin embargo, existen autores que atestiguan que de esta catedral se mantuvo incólume el campanario, pues necesitaban un lugar donde guardar las ocho campanas  que se habían instalado.

En 1654, se llevó a cabo una convocatoria por parte del virrey, que solicitaba un proyecto que planeara el traslado de aquel campanario que no se destruyó hasta la construcción de la nueva catedral.

Un fraile propuso una maniobra, que necesitaba la construcción de un aparato. Una vez realizado dicho artefacto, se bajó la campana mayor, a la cual el pueblo bautizó como “Doña María”. Cabe mencionar, que esta campana aún se preserva en la Catedral Metropolitana y es una de las más importantes.

Se terminaron de bajar las demás campanas, como la “Santa María de los Ángeles”, la cual se encargaba de dar el toque de queda en la ciudad. También una que llamaban “La Ronca”, por el sonido grave y solemne que salía de ella.

Como sólo existían ocho campanas en la antigua iglesia, y la nueva era muchísimo más grande, el virrey ordenó a los pueblos aledaños de la ciudad que donaran las campanas de sus templos. Carros tirados por bueyes trajeron de distintos lugares toda clase de campanas, que posteriormente se colocaron en el imponente campanario.

Fue hasta finales del siglo XVIII que la fachada principal de la Catedral se terminó de construir, junto con las demás torres que le dieron vida al templo religioso.

Para llenar de campanas las nuevas construcciones, se mandaron a fundir decenas de campanas pequeñas. Y el Cabildo pensó que también debía construirse una nueva campana mayor. En 1971, don Salvador de la Vega, un español que trabajaba en la Real Casa de Moneda, se ofreció para fundir dicha campana. Una vez  realizada, los sacerdotes aprobaron la graduación musical que emitía.

Actualmente, se conservan todas estas campanas. El sonido que escuchamos del campanario, es obra de las campanas más importantes y antiguas. Algunos de los nombres que hacen esta armonía posible son: San Pedro, San Pablo, San Gregorio, Santo Ángel Custodio, Purísima Concepción, San Juan Bautista, San Juan Evangelista, Señora del Carmen, Santa Bárbara, Santa Ana, entre otros. Sin duda el campanario de la Catedral Metropolitana es uno de los lugares con más historia en toda la ciudad.

Fuente: Arquidiócesis de México.

Imágenes: Flickr. 


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