La Calzada de La Viga actualmente es un eje vial de la Ciudad de México que va del centro hacia el sur de la urbe.
En esta zona corría antiguamente el Canal de la Viga, que existió desde la expansión de Mexico-Tenochtitlán, que entraba por el sur de Tultenco y Mixhuca, pasando por la Merced y llegando al Templo Mayor.
Fue hasta el siglo XX navegable para pequeñas embarcaciones como trajineras y canoas.
Después de 1920 corría el Canal de lo que ahora es la calle de Fray Servando, a unas diez cuadras del Zócalo, hasta el Canal Nacional y los lagos de Xochimilco y Chalco, unido a la Ciudad de México con los pueblos de Xochimilco, Tláhuac y Chalco.
Desde tiempos prehispánicos, estos pueblos producían comida, específicamente frutas y verduras frescas para la población urbana, e incluso durante el Virreinato el Canal de la Viga servía de aduana para recaudar la alcabala antes de llegar al Río de la Piedad (hoy Viaducto) en donde ahora se encuentran Eje 3 Sur (Av. Morelos) y La Viga.
El embarcadero del Canal de la Viga se localizaba apenas unas cuadras al sur de la Parroquia de San Pablo y la desaparecida Plaza de Toros de San Pablo, en el Centro.
Poco antes de llegar ahí, al este del Canal de la Viga seguía el Canal de Roldán, cuyo trazado es el de la calle del mismo nombre y llegaba hasta Corregidora, muy cerca de la Merced, a donde llevaban los productos para su venta. A lo largo de los primeros dos kilómetros del canal (hoy Avenida del Taller), corría el Paseo de la Viga, lugar de recreo de las clases medias y bajas de la ciudad. El Paseo terminaba en una glorieta que facilitaba a los carruajes dar vuelta, y en fines de semana, según se dice, el ambiente era muy parecido a Chapultepec en domingo con familias, vendedores, músicos y mascotas.
Madame Calderón de la Barca, una de las más importantes cronistas que retrataron la vida y costumbres de México en el Siglo XIX, describió el paseo por el canal en su obra La vida en México durante una residencia de dos años en ese país de la siguiente manera:
Este paseo ahora se está poniendo de moda. Le bordea un canal, con árboles que le dan sombra, y que conduce a las Chinampas y se ve siempre lleno de indios con sus embarcaciones en las que traen fruta, flores y legumbres al mercado de México. Muy temprano en la mañana, es un agradable espectáculo verlos cómo se deslizan en sus canoas, cubiertas con toldos de verdes ramas y flores.
Por ello y con la identidad que se creó en el pasado con el Canal de la Viga se diseñó algo novedoso para la captación de agua de lluvia: un proyecto que busca rescatar su pasado imprimiéndole al camellón que se ubica en la calzada, un concepto relacionado con el agua. Bajo esta idea se planea almacenar el equivalente a 150 pipas, fomentando la cultura del uso y disfrute del agua entre los habitantes que transitan sobre de la Calzada de La Viga. Implementado por la Autoridad del Espacio Público (AEP), dependiente de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) este proyecto tendrá una inversión de 70 millones de pesos.
El rescate del camellón que se ubicaba ahí, ampliar el espacio peatonal, las banquetas y el control de la circulación de vehículos pesados son una de las principales razones de este proyecto.
Tendrá a lo largo de su recorrido tres series de espejos de diferentes proporciones y usos –primordialmente la captación pluvial–, ya que el líquido que caiga en el 60% de la superficie del parque será canalizado al sistema de cisternas y pasará por tres filtros antes de brotar en las fuentes, espejos de agua y bebederos.
Su ubicación privilegiada y su conexión urbana generará grandes actividades sociales y culturales, tratándose de un proyecto estratégico e innovador que proveerá de un espacio público de gran nivel en una de las zonas de mayor densidad poblacional de la Ciudad de México, un mejor manejo del agua, en su uso y recuperación, también evitando inundaciones.
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