Descubre la historia de México a través de sus monedas

Las monedas mexicanas fueron usadas como medio de cambio en diversas partes del mundo.

Recuerdo que cuando vivía en casa de mis papás, mi padre tenía este enorme jarrón de vidrio con monedas antiguas de México. Cada vez que él visitaba un mercado de pulgas o un centro de antigüedades, solía pasar horas viendo monedas. En ese momento nunca entendí su afición: a mí me gustaban más las monedas que solían brillar muchísimo, en especial si su fecha de creación era del mismo año del que corría. Eventualmente, conforme fui conociendo más a México, comprendí mejor este pasatiempo de mi padre; en especial la manera que estas monedas contaban historias del país.

Conforme fui conociendo más sobre la historia de México, también me sentí atraída por sus imágenes, diseños e iconografías. Fue entonces cuando tomé consciencia de la importancia de estos pedazos modernos de acero inoxidable y bronce: contaban fragmentos de México y sus habitantes. Como por ejemplo…

Al principio, antes de que apareciera una noción cercana a una ceca, nuestros antepasados prehispánicos solían usar el cacao como una moneda de intercambio. Inclusive durante la primera etapa de la conquista española, los europeos intentaron usar sus monedas, pero optaron por adaptarse al sistema de intercambio de los indígenas usando cacao, cuentas de jade –o chalchihuis–, mantas de algodón patolcuachtli, cañones, etcétera. Este sistema de intercambio, cuya base principal era el cacao, aún era vigente en ciertas regiones mexicanas hasta principios del siglo XX.

Eventualmente, el virrey Antonio de Mendoza estableció en 1535 la Real Casa de Moneda de México, en una propiedad de Hernán Cortés –y la parte trasera de las “casas viejas” de Moctezuma”–. Hasta que en 1570, se trasladó la casa a un edificio adosado al Palacio Virreinal –hoy Museo Nacional de las Culturas–, nombrando la calle en su honor –calle de Moneda, en la colonia Centro–. Fue, de hecho, la primera en toda América Latina.

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De acuerdo con el sitio oficial de la Casa de Moneda de México, ésta funcionó durante más de dos siglos por concesión a personas realizaban oficios de tesorero, ensayador, tallador, escribano, juez de balanza, alcalde y alguacil. Sus únicas funciones eran: “acuñar la moneda y entregarla a sus dueños después de deducir los correspondientes derechos de operación o “braceaje” y derechos de señoreaje.” Así, las primeras monedas que circularon en la colonia española fueron: cuartillas, medios reales, reales sencillos, reales de a dos, de a tres y de a cuatro, maquino y monedas de cobre de dos y cuatro maravedíes.

Parece ser que las primeras monedas acuñadas fueron en 1536, conocidas como las de “Carlos y Juana” –Carlos I de España y su madre, Juana I de Castilla–. En ellas se perfiló, por un lado, el escudo con castillos y leones seguido de los nombres de los reyes, y por el otro, las columnas de Hércules. Mientras que de todas, las primeras monedas que se discontinuaron en 1552, fueron las monedas de cobre ya que solían arrojarlas a los canales del lago de Texcoco.

Con el paso del tiempo, la casa produjo numerosas piezas que fueron reconocidas mundialmente por su calidad y buena ley. Inclusive, en su época, las monedas mexicanas fueron usadas como medio de cambio en diversas partes del mundo –Europa occidental, Japón, China y EE.UU.–. Se les conoció como Spanish Dollar.

Sin embargo, ante la explosión de la Independencia, la Casa de Moneda entró en crisis: las minas fueron abandonada, los caminos eran demasiado peligrosos para transportar plata hacia la capital y el Virreinato estaba al borde del colapso.

Este tipo de anécdotas son las que cuentan las monedas, incluyendo leyendas con Emiliano Zapata y el Banco de México. Sobretodo cuando, por ejemplo, la propia Casa de Moneda de la capital troqueló algunas piezas.

Actualmente la Casa de Moneda de México cuenta con tecnología avanzada para fabricar cospeles, monedas de cuño corriente y medallas conmemorativas, dejando el legado a una de las monedas más negociadas en el mundo entero.


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